Boston. Con su gran tamaño, Scot Pollard pudo jugar más de una década en la NBA, lo cual le valió un anillo de campeonato en 2008, con los Celtics de Boston.

Ahora, esa estatura estaría restándole posibilidades de sobrevivir.

Pollard necesita un trasplante de corazón, procedimiento ya de por sí delicado, que se complica más por el hecho de que muy pocos donadores pueden proporcionarle un órgano tan grande y fuerte para suministrar sangre a su gran cuerpo de seis pies y 11 pulgadas.

Se le internó en terapia intensiva el martes, en el Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt, donde esperará hasta que surja un donador con la suficiente estatura como para ser compatible.

“Me quedo aquí hasta que reciba un corazón, dijo el exdeportista en un mensaje de texto enviado el miércoles por la noche a The Associated Press. “Mi corazón se debilitó. Los médicos coinciden en que ésta es mi mejor oportunidad de recibir más rápido un corazón”

El tamaño de Pollard descarta a la mayoría de los donadores potenciales para un corazón que reemplace el suyo. El exjugador padece una condición genética que empeoró por un virus que contrajo en 2021.

Su corazón late unas 10,000 veces adicionales por día. La mitad de sus hermanos tienen la misma condición, lo mismo que su padre, quien falleció a los 54 años, cuando Scott tenía 16.

“Aquélla fue una señal de alarma, dijo Pollard, quien pesaba 260 libras (118 kilogramos) cuando jugaba y quien habló también en una entrevista telefónica reciente. “Uno no ve a muchas personas de este tamaño caminando por ahí, así que, durante toda mi vida he sabido, sólo por el hecho de que esto se me metió en el cerebro a los 16 años, que ser tan alto es bueno, pero tal vez no llegue a los 80 años”.

Seleccionado en la primera ronda del draft de 1997, luego de ayudar a que Kansas llegara a la ronda Sweet 16 de la NCAA en cuatro campañas consecutivas, Pollard fue útil como pívot suplente durante buena parte de una carrera que se extendió por 11 años en cinco equipos.

Jugó 55 segundos en el viaje de los Cavaliers de Cleveland a las Finales de la NBA en 2007 y lo ganó todo al año siguiente con los Celtics, pese a una lesión de tobillo que puso fin a su temporada en febrero.

Pollard se retiró después de aquella temporada. Probó suerte como comentarista y actor. Fue concursante en la 32da edición de “Survivor”, de donde la votación lo eliminó en el 27mo día, cuando quedaban ocho participantes en el programa de realidad simulada.

A sus 48 años, Pollard ha estado al tanto de su condición al menos desde la década de 1990, cuando su padre murió. Pero no fue sino hasta hace tres años, cuando él mismo enfermó, que esto comenzó a afectar su calidad de vida.

“Se siente como si estuviera caminando cuesta arriba todo el tiempo”, dijo en la llamada telefónica, cuando advirtió a un reportero que podría verse en la necesidad de abreviar la conversación si se agotaba.

Pollard probó medicamentos. Se sometió a tres ablaciones —procedimientos en busca de cortar las señales que causan la arritmia cardíaca. Un marcapasos implantado hace un año sólo resuelve aproximadamente la mitad del problema.

“Todos están de acuerdo en que más ablaciones no van a reparar esto, ni más medicinas”, dijo Pollard. “Necesitamos un trasplante”.

Los pacientes que necesitan un trasplante tienen que navegar por un enredado sistema que busca el órgano donado más compatible con el receptor que lo necesita. El proceso para cotejar ello toma en cuenta la salud del paciente, con la meta de maximizar el beneficio de los limitados órganos disponibles.

“No está en mis manos, ni siquiera en las manos de los médicos”, dijo Pollard. “Todo depende de las redes de donantes”.