Cuenta Víctor Casillas que cada Despedida de Año, en donde quiera que esté esa noche, se recoge por unos minutos para recordar lo que vivió hace 50 años dentro o a los pies del fatídico avión que abordó Roberto Clemente el 31 de diciembre del 1972.

“Hago un aparte en donde quiera que esté y me encierro, porque para mí fue muy fuerte ver aquella tragedia... y porque lo hago como un homenaje a Clemente”, dijo.

Castillo tenía 21 años aquel 31 de diciembre y era el ‘gaseador’, como él explica llaman de manera criolla al encargado que suministrar combustible a los aviones. Recortes de la revista Bohemia publicado días luego del accidente así lo confirman, con testimonios y fotos suyas sobre lo que vivió entonces.

Pasó toda la mañana y tarde junto al piloto Jerry Hill (fenecido) cerca del avión, que era un modelo DC-7 y que era propiedad de Arthur S. Rivera (fenecido). Castillo le daba servicio de gasolina como empleado de la compañía Interstate Services de Tony Santana (fenecido), que hoy día se conoce como la Empresas Santana y que siguen dando servicio al aeropuerto Luis Muñoz Marín.

Logo Roberto Clemente Nuestro Orgullo (Orlando Campero)
Logo Roberto Clemente Nuestro Orgullo (Orlando Campero) (Primera Hora)

Y dijo que desde entonces nunca había hablado públicamente sobre sus recuerdos durante esas horas porque temía por su vida al contar detalles que señalarían al propietario de avión y a las autoridades federales de aviación por el fallo mecánico y despegue fatal con el Astro Boricua a bordo juntos a otras cinco personas.

Aclaró que habla con respeto a los fenecidos.

“Yo tenía mi historia de por qué se cae el avión, aunque no era mecánico y decido no meterme en eso. Tenía 21 años. Estaba el miedo (a las consecuencias), el qué no hacer. Y estuve 50 años callado”, dijo.

Hay un recuerdo en particular que le pasa por la mente a Castillo, como un fogonazo cada 31 de diciembre, en su retiro personal de las fiesta de despedida, para hacer memoria de Clemente.

Contó que cuando el avión de Clemente regresó al pit -lugar de reparación- luego de tener un desperfecto en su primer intento de salida ese 31 de diciembre, lo que es un hecho confirmado, el Astro Boricua se bajó del avión y él escucho y vio unas palabras del humanitario preocupado por la nave. Casillas dijo que estaba en el pit porque nunca se alejó de ese lugar durante el fallido despegue.

Detalló Casillas que Clemente se dirigió a todos los del avión, una vez se habían bajado para que iniciaran la reparación, y les comentó de su intención de tomar un vuelo de una línea aérea comercial para llegar a Nicaragua y encontrarse allá con el DC-7 cargado de suministros.

Víctor Casillas echó gasolina al avión que se estrelló y le costó la vida a Roberto Clemente el 31 de diciembre del 1972.
Víctor Casillas echó gasolina al avión que se estrelló y le costó la vida a Roberto Clemente el 31 de diciembre del 1972. (David Villafañe Ramos)

Casillas dijo que Clemente explicó que tenía conocimiento de que había un vuelo comercial hacia Nicaragua y comenzó a caminar alejándose del pit solo para detenerse a los pocos pasos y tomar la decisión de rechazar la idea del vuelo comercial para, en vez, montarse nuevamente en el DC-7.

“Clemente se baja. El capitán levanta la tapa del motor y comienza chequearlo. Yo estoy al lado de avión, hablando con los muchachos, y Roberto está con su seriedad y como nervioso y dice ‘sale un avión para Nicaragua. Nos vemos en la noche allá'. Camina contado, porque me dio con verlo, casi seis o siete pasos y, como un resorte, viró y dijo ‘No. Yo me voy con ustedes’. Yo le llamo a eso el ‘Halón de la Muerte’“, recordó.

“¿Qué fue? ¿Destino? No sé. Porque tengo un concepto distinto del destino al que tiene mucha gente por ahí. Pero todavía no consigo el por qué viró como un resorte. Y cada 31 de diciembre me retiro a pensar en eso”, agregó.

El DC-7 hizo un segundo intento de despegue esa noche del 31 de diciembre, ocho horas luego del primer intento. A 1.2 millas de distancia de la costa el avión cae sobre las aguas al norte de Piñones y fallecen en el accidente Clemente junto a Hill, Rivera, el ingeniero de vuelo Francisco Matías y Ángel Lozano.

Previo al primer falló del avión y al despegue fatal, Castillo contó que escucho o vio un sinnúmero de situaciones que levantaban bandera sobre el DC-7. Todo lo que contó Castillo coincide con los descubrimientos que entonces relevó la investigación del accidente.

Dijo que mientras suministraba al avión, a pedidos del capitán, distintas camionetas llegaban para ir cargando el mismo con cajas de los suministros que había colectado Clemente para los afectados del terremoto de Nicaragua. Y agregó que nunca vio al personal de la Agencia Federal de Aviación (FAA) presente en el lugar para autorizar la carga y el estado del avión.

Roberto Clemente falleció el mismo año en el que conectó su mítico hit 3,000, máximo entre los jugadores boricuas que ha visto acción en las Grandes Ligas.

Foto por Luis Ramos/ Archivo Histórico El Nuevo Día
Roberto Clemente falleció el mismo año en el que conectó su mítico hit 3,000, máximo entre los jugadores boricuas que ha visto acción en las Grandes Ligas. Foto por Luis Ramos/ Archivo Histórico El Nuevo Día (Luis Ramos/ Archivo Histórico El Nuevo Día)

Como consecuencia, el DC-7 iba sobrecargado en peso, incluido las personas abordo y el suministro de combustible.

“Lo que tenían que hacer, y que fue lo que no se hizo, fue tener un peso del avión antes de trepar esa primera caja para, al finalizar la carga, tener un total de peso. No se pesó. Y nunca lo vi cerca. Estuvo allí desde la 11:00 a.m. a las 1:00 p.m. del primer despegue y nunca vi a nadie cerca del avión”, dijo Castillo.

La investigación posterior al accidente reveló que el DC-7 iba con una sobrecarga de 4,193 libras.

Castillo también contó sobre el historial de fallos del DC-7 de Rivera, el que era conocido en los pasillos del aeropuerto, comenzando por una primera violación del dueño del avión al actuar como copiloto del capitán Hill en el vuelo fatal.

Detalló que hubo cercano al avión un intercambio entre Hill y Rivera sobre la responsabilidad del copiloto. El intercambio ocurrió cuando Hill llegó a la nave a eso de las 11:30 a.m. y preguntó a Rivera por el copiloto. Agregó que Rivera obvió ante Hill que no estaba certificado de como copiloto de la FAA y que insistió en asumir esa responsabilidad pese a que tenía su licencia suspendida por 180 días luego de apelar una determinación de la FAA que pretendía suspender la misma de manera permanente.

“Era el compañero de Jerry porque copiloto no era. Jerry le pregunta a Arturo por el copiloto y Arturo le contestó ‘yo te sirvo de copiloto’“, recordó.

Casillas contó otras irregularidades que tuvo el avión en los meses previos al accidente fatal, como un fallo en vuelo de un motor que sufrió el DC-7 desde Miami a San Juan. Recordó que ese incidente ocurrió en septiembre, en el primer vuelo desde que Rivera compró la nave y que la comunicación con San Juan en torno a los problemas del avión se escucharon por línea abierta radial. Desde ese vuelo la aeronave no volvió a ser tratada para un vuelo hasta esa noche de Despedida de Año.

“No tenía celular entonces, pero vi al piloto besar el suelo al aterrizar en San Juan desde Miami y lo vi agarrar a Arturo por un brazo y decirle ‘este avión es una mie....“, contó Casillas.

También contó de otro falló hidráulico que tuvo la nave sobre la pista de San Juan en el mismo diciembre del vuelo fatal. Agregó que la FAA tenía conocimiento sobre el historial de fallos del DC-7.

Momentos trascendentales en la brillante carrera de Roberto Clemente

La investigación hace mención, además de la violación de Rivera de actuar como copiloto, de incidentes de problemas con el DC-7 de Rivera previo al 31 de diciembre. La investigación mencionó que el DC-7 nunca fue probado en vuelo luego de llegar a San Juan desde Miami en septiembre.

Rivera, presidente de la empresa American Air Express Co. fue la persona que se le acercó a Clemente para alquilarle el DC-7. El costo de alquiler fue de $4,000.

Casillas dijo que decidió contar lo visto por él ese día del vuelo, así como de lo que conocía sobre el pasado del DC-7, porque ha madurado, porque cree que son datos que la gente debe conocer, aunque muchos involucran a personas que han fallecido.

Agregó que los docuementales que se han hecho recién para conmemorar el 50 Aniversario de la muerte de Clemente lo motivaron a decir finalmente su historia.

“La vida camina y uno va quedando en el deseo de hacer cosas. Son 72 años y no quisiera llevármelo a la tumba”, dijo.