La organización de unos Juegos Panamericanos es una tarea titánica en la que Colombia estaba embarcada para acoger la edición de 2027 en Barranquilla, un trabajo de varios años que necesitaba una inversión cercana a los 400 millones de dólares y que se ha ido agua abajo con el retiro de la sede al país.

La decisión fue tomada por Panam Sports al considerar que Colombia incumplió el contrato firmado, en referencia a los pagos que debía hacer.

Las partes habían llegado a un acuerdo en octubre para cumplir el contrato, que incluía el pago de cuatro millones de dólares por “derecho de organización” de los Panamericanos, cifra que tenía que haber sido desembolsada el 30 de julio del año pasado.

También debían pagar cuatro millones de dólares que corresponden a “la concesión de derechos de medios”.

Según Panam Sports, las partes supuestamente habían acordado que el pago de los primeros cuatro millones de dólares se haría antes del 31 de diciembre de 2023 y de los otros cuatro millones de dólares antes del 31 de enero de 2024, algo que no ocurrió.

Proyecciones e ilusiones

A las numerosas críticas recibidas por el Gobierno del presidente colombiano, Gustavo Petro, por no cumplir con los pagos y dejar escapar los Panamericanos, se sumó ayer la bicampeona olímpica y Panamericana Mariana Pajón, quien consideró que “todos” en el país pierden con estas decisiones.

“Perdemos visibilidad internacional, perdemos posibilidad de ingresos para sectores turísticos y economías locales, perdemos en adecuación y construcción de escenarios deportivos para nuevas generaciones, perdemos fogueo internacional para muchos atletas, perdemos credibilidad internacional, perdemos la posibilidad de mostrar lo mejor de Colombia, perdemos posibilidad de empleo e impacto social, perdemos la posibilidad de unir a muchos colombianos en una causa, perdemos futuro”, manifestó.

Para organizar los Panamericanos, Colombia había calculado un presupuesto de aproximadamente 399 millones de dólares, de los cuales el 60 % los iba a aportar el Gobierno Nacional y el 40 % restante las autoridades de Barranquilla y de las regiones que fueran designadas como subsedes.

La ministra del Deporte, Astrid Rodríguez, manifestó en octubre que acoger estas competencias beneficiaría a todo el país porque esto implica “desarrollo deportivo, impacto a la economía popular y de componentes sociales”.

En ese sentido, Colombia esperaba recibir a unos 7.000 deportistas de 41 países que competirían en principio en 34 deportes durante 17 días.

Hasta el momento, como lo reveló la ministra en una rueda de prensa tras perder la sede, Colombia sólo había desembolsado 2,25 millones de dólares a Panam Sports para la organización de los Juegos y eso lo había hecho la Alcaldía de Barranquilla.

Los organizadores de los Juegos de Santiago 2023 aseguraron que las competencias dejaron en términos comerciales 16 millones de dólares en canjes y 4,2 millones de dólares en efectivo.

Todo esto sin tener en cuenta los beneficios que obtuvo el turismo y los demás sectores involucrados, no solo en lo deportivo sino en lo que rodeaba las competencias.

Otros avances perdidos

La decisión del organismo regional parece ser definitiva y con ello Colombia perdió los avances que había hecho para acoger las competencias más importantes de la región, un proyecto que se había puesto en marcha en 2018 cuando Barranquilla acogió los Juegos Centroamericanos y del Caribe.

En esa ocasión fueron construidos los estadios Rafael Cotes (atletismo) y Édgar Rentería (béisbol), el complejo acuático y el Parque de Raquetas, y fueron remodelados los dos estadios de fútbol, el Romelio Martínez y el Moderno, y el coliseo Elías Chegwin, que albergaron buena parte de las competencias.

Algunos de ellos iban a volver a ser remodelados para los Juegos y las autoridades locales sólo tenían previsto construir un nuevo velódromo y el Coliseo Mayor, así como una Villa Panamericana para poder aprovechar el resto de escenarios que dejaron los Centroamericanos y del Caribe de 2018.

Ahora, con la decisión de Panam Sports, no sólo quedaron a la deriva las inversiones y los proyectos con los que Colombia buscaba albergar las competencias sino también la ilusión de los deportistas que soñaban con colgarse una medalla de oro en casa, ante su público.

El Gobierno del presidente Gustavo Petro intentará dar una última batalla para convencer a Panam Sports de que dé reversa a su decisión de cancelar el contrato, una lucha que con el paso de las horas parece estar cada vez más perdida.