Londres. Jacques Rogge, quien presidió una era de estabilidad política y financiera en el movimiento olímpico tras su peor escándalo de ética y puso mano firme contra el dopaje en sus 12 años como presidente del COI, ha fallecido, informó el domingo la entidad olímpica. Tenía 79 años de edad.

El Comité Olímpico Internacional comunicó su deceso sin brindar detalles. La salud de Rogger había declinado ostensiblemente al vérsele concurrir a compromisos olímpicos desde que su mandato finalizó en 2013.

“Primero y ante todo, Jacques amaba el deporte y estar rodeado de atletas — y transmitió esa pasión a todos los que le conocieron”, dijo Thomas Bach, el sucesor de Rogge como presidente, de acuerdo con un comunicado del COI. “Su felicidad por el deporte era contagiosa”.

Ex cirujano ortopeda que representó a Bélgica en la vela de los Juegos Olímpicos, Rogge lideró el COI durante un periodo de relativa calma y prosperidad, un mandato que abarcó tres justas de verano y otras tres de invierno entre 2001-2013.

En su práctica médica en la ciudad porteña de Gante, Rogge atendía a 5.000 pacientes y realizaba 800 cirugías al año. Su experiencia como médico influyó en su manera de conducirse al mando del COI.

Se le alabó por poner orden en el mundo turbulento de la política del movimiento olímpico, pero también se le criticó por ser blanco en cuanto a los derechos humanos con China y Rusia.

Gestionó un crecimiento paulatino de los ingresos del COI, incluso en medio de una crisis económica global; hizo las paces con el Comité Olímpico de Estados Unidos tras años de conflictos por la repartición de dinero; y — en lo que él consideró su legado — fundó los Juegos Olímpicos Juveniles.

Bajo Rogge, el COI llevó los Juegos Olímpicos a nuevos países y continentes, adjudicando la primera cita de verano en Sudamérica (Río de Janeiro en 2016) y los primeros de invierno en Rusia (Sochi 2014) y Corea del Sur (Pyeongchang 2018).

Rogge elogió las medidas que aprobó la FILA en su congreso que tuvo lugar el último fin de semana en Moscú. (AP)
Rogge tenía 79 años.

“Tengo la esperanza que la gente, con el paso del tiempo, considere que hice un buen trabajo en el COI”, dijo el modesto Rogge en una entrevista con The Associated Press poco antes de abandonar el cargo en 2013. “Es lo que uno quiere que se le recuerde”.

Rogge fue elegido como el octavo presidente del COI en Moscú el 16 de julio de 2001, derrotando a otros candidatos para suceder a Juan Antonio Samaranch, un español que condujo el comité autoritariamente durante 21 años. Rogge tomó las riendas en medio del escándalo de corrupción de Salt Lake City, en el que 10 miembros del COI renunciaron o fueron expulsados por recibir becas, pagos y obsequios de lujos para que la capital del estado de Utah recibiera la sede de los juegos invernales de 2002.

Rogge gozó de una reputación de “Señor Limpio” y se movió rápido para romper con la imagen turbia y elitista del COI. A las horas de asumir la presidencia, anunció que pernoctaría en la villa de los atletas en vez de un hotel del COI en Salt Lake. Mantuvo la práctica en justas subsiguientes, aunque se quedaba en el hotel oficial cuando le tocaban reuniones importantes.

“Fue la persona ideal en el momento correcto”, dijo el noruego Gerhard Heiberg, ex miembro del COI. “Estamos en medio de mucha convulsión. Teníamos que salir de ello. Teníamos que dar otra imagen. Trajo estabilidad a la organización”.

El estilo mesurado y sin pretensiones de Rogge contrastó con el de Samaranch. Mientras que el ex diplomático español imponía su voluntad tras bambalinas, Rogge procuraba hacer las cosas con consenso. Se describía como un líder “sobrio”.

“Soy alguien que escucha. Consulto a la gente y trata de analizar las cosas. No decido por mi cuenta. Trabajo en equipo”, dijo en la entrevista con AP.

Después de cumplir un mandato inicial de ocho años, Rogge obtuvo la reelección sin opositores en 2009 para un segundo y último mandato de cuatro años. Renunció en septiembre de 2013 en Buenos Aires, donde el alemán Bach fue elegido como su sucesor.

Rogge representó a Bélgica en rugby y fue campeón mundial de vela. Compitió en la clase Finn en tres Juegos Olímpicos entre 1968 y 1976.

Hablaba cinco idiomas, algo vital en el multilingüe COI. Su lengua natal era el neerlandés, pero también podía hablar francés, inglés, español y alemán.

Rogge presidió las citas de verano en Atenas (2004), Beijing (2008) y Londres (2012), y las de invierno en Salt Lake City (2002), Turín (2006) y Vancouver (2010).

Los de Salt Lake City fueron unos cuantos meses detrás de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001. Rogge tuvo que consultar con el entonces presidente estadounidense George W. Bush sobre los preparativos de seguridad de los Juegos, que se pudieron realizar sin sobresaltos.

Las justas de Atenas fueron un dolor de cabeza por los retrasos. Beijing fue blanco de críticas por el control de China en el Tíbet, los derechos humanos y la libertad de expresión.

Grupos defensores de los derechos humanos acusaron a Rogge y al COI de no pronunciarse sobre abusos en China y Rusia. Rogge prefería una “diplomacia silenciosa” e insistía que el COI era una organización deportiva, no una entidad política.

Rogge dijo que el momento más triste de su presidencia fue a muerte del luger georgiano Nodar Kumaritashvili, quien se mató en un accidente de alta velocidad horas antes de la ceremonia de apertura de Vancouver 2010.

El COI informó que la bandera olímpica estará a media asta durante cinco días en la Casa Olímpica en Lausana.

A Rogge le sobreviven su esposa, Anne, un hijo, una hija y dos nietos.