El telégrafo fue inventado en 1837 por el también pintor estadounidense Samuel B. Morse. Su código básico, conocido como el código Morse, transmitía mensajes mediante impulsos eléctricos que viajaban a través de un cable. El funcionamiento del artefacto de Morse, que emitió su primer telegrama público en 1844, permitía el paso de corriente con la presión de los dedos. 

Agobiado por los problemas técnicos y financieros de su invento, Morse viajó a Puerto Rico en 1858 para visitar a su hija Susan en la hacienda Lind, de Arroyo.

Allí, además de compartir con su nieto recién nacido, instaló un sistema telegráfico, el primero en la Isla, para facilitar la comunicación entre la hacienda y los almacenes de su yerno en el muelle.

Sin embargo, este hecho no implicó el desarrollo de la comunicación telegráfica en Puerto Rico. Dos años después de la visita del inventor, el gobernador Rafael Echagüe propuso el establecimiento de líneas telegráficas a través del país. No fue hasta 1864 que el gobernador Messina delineó el plan para el establecimiento de una red telegráfica.

Cuatro años más tarde, y gracias a los sucesos acontecidos en Lares en 1868, el gobernador Sanz dictó una resolución manifestando la necesidad de establecer una línea telegráfica entre San Juan y la comandancia militar de Arecibo, la que fue aprobada en Madrid, en marzo de 1869.