Agradecidos de tenerla en su vida. Con esta expresión, el talento de Noticentro al Amanecer (Wapa TV) resumió el valor de quien fuera su colega, Keylla Hernández, y cómo esto les ha servido de apoyo para sobrellevar su partida.

Para el telereportero Normando Valentín el mayor aprendizaje de quien fuera su colega fue aprender a vivir la vida, de quien resaltó que nunca perdió su eterna sonrisa. “Ella después de su condición hizo tantas cosas que quería hacer y que había dejado a un lado. Keylla pudo dar su anhelado viaje a Eupora, pudo ir al Vaticano, pudo hincarse en la tumba de Juan Pablo II, viajó en el barco más grande del mundo. Viajó con su familia a Costa Rica y se tiró por los rápidos con lo miedosa que ella era. Keylla hizo un programa de radio que quería hacer, hizo una obra de teatro que la invitaron y se atrevió a hacerlo (Ti… tantos). Creo que eso fue la mayor enseñanza, uno se involucra demasiado en el diario vivir y no le da importancia a cosas pequeñas y ella le daba importancia a las cosas pequeñas”, compartió al borde de las lágrimas el telereportero, quien también agradeció la cobertura de los colegas de otros canales de televisión.

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Hernández, quien se desempeñó como reportera ancla de Noticentro al Amanecer (Wapa), falleció a sus 45 años en la mañana del pasado 31 de diciembre en el Hospital Auxilio Mutuo, en San Juan. La comunicadora fue diagnosticada con cáncer en 2015. No obstante, se caracterizó por un espíritu de lucha y de fe. También, por manifestar, pese a la enfermedad, la jovialidad que la caracterizó durante tantos años frente al lente.

Al hablar de las figuras claves para sobrellevar la pérdida de quien describió también como una hermana, destacó el apoyo de su esposa. "En la privacidad de la casa reconforta bastante y da mucho ánimo ante este reto. Pero sobre todo yo creo que aunque hay mucho dolor, Keylla decía no me lloren, y como que nos fue preparando poco a poco". El periodista compartió cómo la comunicadora cambió su discurso las últimas semanas de vida. Ya la última vez, el 7 de noviembre cuando fui a su casa, Keylla hablaba de una despedida, de la transición. Y yo decía 'déjate de eso, negra que a ti te falta mucho'. Y me decía 'sí, pero hay que estar preparados'. Y a uno le daba escalofríos".

Valentín se manifestó conmovido por las muestras de afecto del público, que al momento forma una fila que rodea al edificio con la intención de rendirle sus respetos. “Me siento más que agradecido de la gente. Lo que se ha demostrado aquí es una evidencia inquebrantable de lo mucho que la querían y la amaban”, expresó con orgullo.

Por su parte, Aixa Vázquez reiteró lo duro de asimilar la realidad de su partida. “No es fácil. Yo tuve la oportunidad de compartir en el espacio al amanecer 16 años. Keylla era la veterana porque ella llevaba los 18 años en diferentes funciones. Así que 16 años siendo parte de mi vida, todo el tiempo por lo menos compartiendo como mínimo 5 horas, que era el inicio (del día), así que te tengo que admitir que cuando ayer entre al estudio por vez primera con el entendimiento de que ya Keylla no iba a estar en ese estudio físicamente fue bien difícil. Es bien difícil que la pena se te pase cuando es una persona que está presente en todo”.

Por otro lado, Mónika Candelaria manifestó entre lágrimas valorar las muestras de afecto del público, que ayer y hoy se han personado para expresar su último adiós. “Muchas de las lágrimas que han salido han sido por las expresiones de amor de la gente. Ha sido algo tan hermoso. Sabíamos que la gente la quiere y la va a seguir queriendo, pero cuando tú ves ya no es nada más lo que uno se imagina, ya es cómo se manifiesta. Lo vimos en pequeños gestos antes. En el momento en que ella ofreció su diagnóstico comenzaron a llegar los detalles, las oraciones. Pero aparte de eso ver el sufrimiento de cómo la gente se vive esto. Ahora me he creído más que somos una familia extendida del público y eso hay que valorarlo”.

Similar a las exequias de ayer en Mayagüez, el féretro permaneció abierto. Flores lilas y blancas adornaban parte del ataúd, que a un extremo lucía una pintura con el perfil de la telereportera, y en el otro, un monitor que presentaba imágenes de momentos memorables que vivió Hernández, tanto en familia, como con colegas de las comunicaciones y otras figuras de la clase artística.