Santiago, Chile. - No todos los artistas tienen la dicha de despedirse de los escenarios siendo un líder en su arte. Daddy Yankee comenzó esa despedida el pasado julio y lo está haciendo a lo grande.

“La última vuelta” es una celebración a una historia musical de más de tres décadas que lo corona como pionero del reguetón, mentor de muchos en su género e ídolo de varias generaciones, incluida una juventud a la que le cuesta aceptar este adiós.

“Después de Dios, está Daddy Yankee”, se leía en una pancarta sostenida por un joven en medio de la multitud que aguardó largas horas de pie desde la arena del Estadio Nacional de esta capital chilena a la espera del inicio del primero de tres conciertos completamente vendidos, cada uno con una capacidad estimada para 66,000 personas. Otros miles que podían alcanzar el millón, según datos de la producción de la firma Bizarro, no lograron conseguir boletos.

Un conteo regresivo de cinco minutos anunció la entrada inminente del protagonista de la noche. Faltando un minuto los gritos eran ensordecedores, las luces se apagaron y en triple pantalla gigante apareció un avión dorado -muy similar al usado en la apertura del concierto “Con calma” de 2019- de donde salió un Daddy Yankee blindado por repertorio de 35 títulos.

Desde el arranque estableció ser una leyenda con “Campeón”. “Soy una leyenda, el jefe es la fuerza... Voy contra el que sea”, como proclaman los versos iniciales de este reciente tema del álbum “Legendaddy”, que impulsa esta gira.

Ese comienzo delineó un espectáculo de alta tecnología, llamativos elementos gráficos, sensuales coreografías por parte de 18 bailarines, efectos especiales y potente sonido. Daba la ilusión de estar en una discoteca con el cantante y DJ en vivo.

“Remix”, “Problema” y “Rompe” subieron suficiente la temperatura de la fría noche.

“Chile, saben que ustedes están en mi corazón por siempre, hasta mi último respiro. Muchas gracias por el apoyo que me han brindado desde el día uno familia. Esto es real, 100%. Y vamos a tener una noche histórica, inolvidable, generación tras generación, éxito tras éxito, de principio a fin. Esto es candela”, proclamó para seguir con “Machucando”.

Para “Lo que pasó, pasó” se quitó la chaqueta de brillo dorado para quedar con una camisa grabada con las siglas GOAT -Greatest of All Time- y el número 22. ¿Respeto al 21 de Roberto Clemente? Siendo un fanático del béisbol, es muy probable.

“Rumbatón” transportó al público a los balcones de una zona antigua, al estilo del Viejo San Juan, y así se cantó y bailó de “lao a lao”.

Daddy Yankee, de 46 años, mantuvo la energía del público e igualmente se lo observó activo desde la amplia tarima. Soltó uno que otro movimiento sexy de cadera, brincó y no se negó a la emoción. En varios momentos se detuvo en su discurso ante una multitud que lo aclamaba a coro: “Daddy, Daddy, Daddy”.

El intérprete urbano presentó el martes el primero de tres conciertos en el Estadio Nacional de Santiago, en Chile, como parte de la gira de despedida "La última vuelta".

“Ustedes son otra cosa Chile, son otro nivel. Tengo un choque de emociones, porque ustedes saben que esta es mi despedida y ustedes tratándome tan bonito, no me hagan llorar en tarima”, expresó para seguido elevar un gesto de agradecimiento hacia el cielo.

No dejó caer el ritmo. Usó la tecnología a su favor para traer a tarima a los colegas que han sido parte de su trayectoria a través de diversas colaboraciones. Aparecieron así Wisin & Yandel, Zion & Lennox, Lunay, Ozuna, Myke Towers, Rauw Alejandro y Bad Bunny con éxitos desde “Mayor que yo” hasta “La santa”.

Entre medio de ese piquete, invitó a mover los bootys con “Shaky shaky” acompañado por la capitana de su cuerpo de baile Lumarie Landrau, quien no dejó nada por hacer. Lo entregó todo.

La fuerza del barrio y el chanteo intenso se hizo sentir con “Enculetiao” y más adelante con un remix que lo regresó al chamaquito del residencial público que invitado por DJ Playero tomó el microfóno y no lo soltó. Aprovechó esa furia callejera para motivar a los jóvenes con sueños en la música. “Si yo lo hice usted, también”, afirmó.

Un momento dedicado a Chile vino con “Limpia parabrisas”, tema que, compartió, despuntó desde este País. Invitó a la audiencia a encender y agitar los celulares creando una memoria mágica de las tantas que va acumulando en esta vuelta sin regreso.

“Despacito” pintó el escenario con los colores de la patria puertorriqueña. Fue la oportunidad para abrazar la monoestrellada acompañado virtualmete por Luis Fonsi. No fue la única bandera boricua en esta gran arena. Un grupo de fanáticas agitaba otra queriendo que su ídolo “se sientiera en casa”.

Dos fanáticas subieron a la tarima para unirse al show con “Hot”. El último tramo de esta despedida no perdió ni un grado de intensidad. Clásicos como “Qué tengo que hacer”, “Limbo”, “Bombon”, “Con calma” y “Dura” sonaron con atractivas propuestas escénicas a las que sumó el muñeco del artista, “Sikiri”.

Esta fiesta reguetonera terminó con el tema que inició esta historia de sandungueo, perreo y tiraera, “Gasolina”.

Daddy Yankee trajo este hit al presente con energía, pasión y rabia, demostrando que sigue reinando en su género. El público, de seguro, lo espera de vuelta.