La violencia de género se ha tornado en una situación preocupante en el País. Son muchas las mujeres que sufren sus consecuencias y el apoyo tanto familiar como social es necesario.

De esto es consciente Tania Rosario Méndez, directora ejecutiva de Taller Salud, una organización sin fines de lucro de base feminista y comunitaria, que ha impactado positivamente a las mujeres en Loíza.

“Creemos que cuando las mujeres prosperan, sus comunidades se fortalecen. Por eso, Taller Salud se enfoca en mejorar el acceso de las mujeres a la salud, reducir la violencia en comunidades y fomentar el desarrollo económico a través de la educación y activismo”, explica Rosario Méndez.

¿Qué les llevó a tomar la decisión de basarse en la comunidad de Loíza? 

Las compañeras originales de la colectiva iniciaron los trabajos de educación popular a mujeres y de empoderamiento en salud con unos talleres de salud vaginal. Esos eran unos talleres de autoexamen; que a través del autoexamen de vagina y de mama tú pudieras tomar el control de tu cuerpo y de tu salud. Obviamente, estos eran espacios muy confidenciales que generaban que las mujeres se sintieran en confianza para revelar instancias de violencia, ya fuera sexual o doméstica, pasada, latente o vigente. Así que no solo surgían casos de violencia de pareja -que eran los más-, si no también violencia sexual, violencia sufrida en la niñez y otras manifestaciones de violencia.

¿Qué tendencias estás viendo ahora después del huracán María, o incluso desde antes que son preocupantes? 

Todos los estresores que agravan situaciones de salud mental y situaciones de violencia intrafamiliar están presentes. La ausencia de sistemas de protección fue y ha sido un detonante para que escalen o haya unos picos de violencia. No solo violencia familiar, sino también comunitaria. También los estresores de tener falta de acceso a efectivo, falta de garantía de empleo, tener que enfrentarte a un escenario de inmigración o de separación de la familia. Combinados, definitivamente generaron un caldo de cultivo para que la violencia aumentara.

Lo importante ha sido contrarrestar el mensaje que reciben las mujeres de negligencia por parte de las agencias estatales. Porque el mensaje que reciben es que sus vidas no son prioridad. Que ni tu vida ni tu integridad física es prioridad. Estás por tu cuenta. Ese es el mensaje que entonces nosotras estamos contrarrestando con lo contrario: que tu vida importa, tu paz importa, tu seguridad importa. Nos importas a nosotras y no estás sola. Eres parte de nuestra tribu. 

Algo que nos parece alarmante es que se continúa responsabilizando a la mujer que se queda en una relación de maltrato, pero no hay indignación hacia el hombre que maltrata. 

Esa narrativa les hace daño a ambas partes. Nosotras trabajamos eso con estrategias de alcance comunitario y con campañas. El trabajo que tiene que ver con cambiar sistemas y estructuras, eso es en la calle. Se trabaja con activismo, no hay de otra. Estamos buscando que la gente que asuma ser portavoz no solamente seamos activistas, sino seamos también sobrevivientes de violencia que podamos salir a la calle y dar testimonio y decir cómo es que hemos podido salir de situaciones de violencia. 

¿Qué te inspira a alzar la voz? 

Creo que la gente merece oportunidades, que la gente puede cambiar y creo en empujar un poquito los límites. 

 (Las autoras son moderadoras del espacio ‘Alzando la voz’, que se transmite los sábados a las 8:00 p.m. por WKAQ580. También puedes escuchar los episodios en formato de podcast en las plataformas de Uphoria, iTunes y Apple Podcasts).