La pérdida gestacional es poco comprendida en nuestra sociedad. Los proveedores de salud no prestan mayor importancia a este tipo de pérdida y la sociedad silencia a las madres que pierden a su bebé.

Alrededor de 15 a 20 por ciento de los embarazos se pierden antes de la semana 20, lo que hace de este tipo de pérdida una bastante común aunque no quiere decir que sea menos dolorosa o más fácil.

Ahora bien, si es tan común; ¿por qué no hablamos de ella?

Comentarios bien intensionados, pero dolorosos, ponen fin a cualquier manifestación de duelo o conversación que se comienza al respecto.

Frases como “eres jóven ya tendrás más”, “no era el momento”, “mejor ahora que después que le tengas cariño”, “Dios sabe lo que hace”, “ahora puedes hacer otras cosas”, “por lo menos no tuviste que parirlo e inscribirlo” son algunas de las muchas que escuchamos continuamente quienes experimentamos una pérdida de este tipo.

Cada una de estas expresiones  invitan a olvidar, a seguir la vida como si nada hubiese sucedido, convirtiendo esta pérdida en una que mamá sufre en silencio.

A diferencia de las madres que pierden un hijo luego de nacer, las madres que sufren pérdida gestacional, no solo pierden su bebé sino que encima de todo  viven un duelo desautorizado. El duelo desautorizado es el duelo que no  es socialmente reconocido ni públicamente expresado.

Imagina lo difícil que es perder a tu bebé y que nadie reconozca tu dolor, que no puedas habar de tu hij@.

Además, las madres que sufren la pérdida en el primer trimestre no tienen nada tangible del bebé que valide esta experiencia, salvo a sus propios recuerdos los cuales son reprimidos constantemente.  Todo este tabú social y la falta de reconocimiento hace que las madres piensen que sus sentimientos son inadecuados.

Existe una incongruencia en la intensidad de los sentimientos que la mujer está experimentando y cómo la sociedad espera que esta se comporte.  Si el entorno social no es capaz  de validar su sufrimiento y si no recibe la comprensión de familiares, amigos e incluso de sus proveedores de salud, la incongruencia de sus sentimientos se intensificará al punto de sentirse culpable y avergonzada por  su duelo.

Es momento de prestar atención especial a las madres que tienen pérdidas gestacionales. No importa cuánto duró la vida del bebé, pudo haber sido unas semanas o meses, ese bebé era una persona importante, era el sueño de alguien, la ilusión de una familia, alguien lo esperaba con amor, hay un útero vacío, unos brazos vacíos, una cuna vacía.

El balance de una familia se ha quebrantado y resulta sumamente solemne como para prestarle atención, prestarle  oídos para escuchar, abrazos de solidaridad y presencia.

No tenemos que tener un manual de duelo, al final cada ser humano lo experimentará de forma distinta, solo necesitamos empatía, ponernos en los zapatos de los demás y saber que nuestro apoyo y reconocimiento hace la diferencia en cómo una familia maneja su duelo. Reconozcamos a esas madres. Validemos su duelo. Validemos la vida del bebé. Seamos apoyo. Hagamos la diferencia.

La autora es la doctora Fermina Liza Román, psicóloga, doula, educadora perinatal y presidenta de la Asociación de Psicología Pre y Perinatal de Puerto Rico.