El Papá Noel de hoy tiene cada vez menos nieve en el Polo Norte y puede recibir las cartas de los niños a través de Internet. Y ni hablar de los regalos. Los elfos de Santa Claus han debido convertirse en ingenieros electrónicos y mecánicos para poder cumplir con la alta demanda de tablets, videojuegos y demás juguetes de nuestra modernidad. Pero si algo no ha cambiado sobre Papá Noel es el sorprendente viaje histórico que envuelve a su figura y al personaje que lo inspiró.

Aunque hoy casi todo se puede aprender buscando en Google, es probable que no muchos sepan que antes de instalarse en el imaginario popular como un abuelo rechoncho que viste de rojo, el repartidor de regalos favorito del mundo se llamó San Nicolás. Fue tan real que sus restos yacen en una cripta de la basílica que lleva su nombre en Bari, al sureste de Italia, y varias reconstrucciones faciales han revelado que era un hombre más bien delgado, serio y no tan viejo como se cree.

San Nicolás de Bari nació en el seno de una acomodada familia cristiana alrededor del año 270 d.C. en la ciudad griega de Patara (la actual costa sur de Turquía). Eligió ser sacerdote y luego se convirtió en obispo de Myra, una pequeña urbe romana que hoy se llama Demre (también en Turquía). No necesitó renos ni un trineo para volverse una de las figuras más veneradas por los católicos y cristianos de la Edad Media, y aún hoy miles de personas le rinden culto en todo el mundo. Es patrón de marineros, prestamistas y hasta de naciones como Rusia, Grecia y Turquía.

Según National Geographic, Nicolás fue un férreo defensor de la doctrina de la Iglesia durante la gran persecución a los cristianos, cuando se quemaban biblias y se torturaba a los sacerdotes para que renunciaran a su religión. Pasó varios años preso antes de que Constantino otorgase legitimidad al cristianismo en su imperio.

Tras su muerte en Myra en el año 343, Nicolás se convirtió en el primer santo, no mártir, en inspirar una gran devoción en Oriente y Occidente.

El historiador canadiense Gerry Bowler ha explicado en varias entrevistas que para sus fieles él podía volar, realizar milagros y estaba interesado en la justicia y la generosidad. Fue en torno al año 1200 que empezó a ser conocido como patrón de los niños y portador de regalos. Estas creencias se alimentaron de historias que daban cuenta de que el obispo salvó a tres niñas de la prostitución cuando le regaló al padre de ellas tres sacos con oro. Otro relato muy popular en la Edad Media narraba cómo el religioso resucitó a tres niños que habían sido asesinados y descuartizados por el dueño de una posada.

De santo a repartidor de regalos

Durante cientos de años, la popularidad de Nicolás no paró de crecer y alcanzaba su clímax cada 6 de diciembre, cuando se celebra su día. Pero la desgracia le llegó en el siglo XVI. La reforma protestante hizo que desde los años 1500 muchos países europeos abolieran el culto a los santos y con el tiempo la figura de San Nicolás fue reemplazada por espeluznantes seres germánicos que llevaban los regalos.

Pero los niños y las familias de los Países Bajos se negaron a renunciar a San Nicolás. Lo nombraron Sinterklaas y llevaron su figura a las colonias del Nuevo Mundo.

Bowler, autor de “Santa Claus: una biografía”, ha explicado que en el mundo anglosajón no hubo un personaje que entregara regalos tras la abolición de San Nicolás hasta que un grupo formado por artistas, poetas e intelectuales intentó reformar la Navidad a inicios del siglo XIX. “Para ese entonces, la Navidad en Inglaterra y algunas colonias norteamericanas había perdido el sentido religioso. Es más, se convirtió en una celebración bastante violenta y ruda, donde borrachos asaltaban a los ciudadanos, irrumpían en las iglesias y atacaban a negros y migrantes”, dijo.

Para convertir la Navidad en una fiesta centrada en la familia –y sacar a los borrachos de las calles–, los intelectuales de Nueva York revivieron y reinventaron la figura de San Nicolás, apoyándose en la tradición que mantenía viva la comunidad holandesa en la ciudad. De ese modo, Sinterklaas –que se pronunciaba como Santa Claus– fue transformado en una figura secular a la que se le quitó la sotana y se le añadió un trineo jalado por renos.

En poco tiempo esta nueva figura se volvió popular en Estados Unidos y terminó de diseminarse a Inglaterra y al resto de Europa gracias a los soldados de la Segunda Guerra Mundial.

Cartas por videollamada

Fue a partir de 1800 que el Papá Noel moderno empezó a aparecer más claramente en libros y poemas, uno de los más conocidos fue “A Visit From St. Nicholas” de Clement Clarke Moore. Aunque hay quienes creen que el Santa gordito y de traje rojo fue una invención de Coca Cola, que pagó al artista Haddon Sundblom para crear afiches sobre el personaje en 1930, el aspecto visual de Papá Noel se fue estandarizando a lo largo del siglo XIX, tiempo en el que ya era un abuelo del Polo Norte, de barba larga y ropa escarlata. Desde este punto, la historia es más conocida. Tras la masificación de Santa ligada a la publicidad y el consumismo, la evolución más dramática del personaje en estos días no está en su ropa o su barba, sino en la forma en la que convivimos con él. Miles de páginas web permiten enviarle cartas e incluso chatear en directo con Papá Noel.

“The Wall Street Journal” destacó este mes que la costumbre de visitar a Santa en un centro comercial está siendo reemplazada por la opción, cada vez más popular, de hablar con él a través de videollamadas.

San Nicolás también está en la red. Uno de los sitios más completos sobre él es el Centro de San Nicolás, espacio virtual con base en Holland, Michigan. “Nicolás se centró en dar en lugar de recibir, y los niños de hoy necesitan escuchar eso”, dijo a medios de EE.UU. Carol Myers, quien fundó el centro en el 2002 y hoy tiene 76 años.

Como ves, acercarse a Papá Noel –o a su verdadera historia– es más fácil que antes, solo hace falta un poco de tiempo y una buena conexión a Internet.