Con la pandemia del COVID-19, muchos han sido los estudios que se han suscitado para entender cómo evitarlo o tratarlo, pese a que esto aún no cuenta con resultados que describan concretamente su relación con ciertos nutrientes como la vitamina D.

Esta vitamina, según la Clínica de Barcelona, es un nutriente que en la actualidad se encuentra en déficit en niños y adultos alrededor del mundo.

Una de las funciones primordiales de esa vitamina es el equilibrio entre el calcio y el fósforo, minerales que le ayudan al organismo a tener una estructura ósea sana y una excelente contracción muscular.

Existen dos formas en las que se presenta: la vitamina D2 o también llamada ergocalciferol, que se obtiene a través de los alimentos, y la D3 que ingresa al cuerpo a través de la piel cuando se expone al sol, siendo esta una de las principales formas de obtener casi el 100% del nutriente.

En cuanto a los alimentos en los que se encuentra esta vitamina están, primordialmente, los de origen animal, como la variedad de pescados azules, entre los que se encuentran el salmón, las sardinas y el arenque; también en alimentos como la yema del huevo, y los lácteos en su presentación entera.

La absorción de la vitamina también depende de factores como la edad, si posee algún tipo de enfermedad y los medicamentos que se consuman para tratar dichas dolencias.

En cuanto a su relación con el COVID-19, investigadores médicos encontraron que el déficit de ésta es un factor de alto riesgo, puesto que el sistema inmunológico se debilita y pueden aparecer infecciones respiratorias y virales, entre las que se encuentra, precisamente, el COVID.

Ya que los investigadores se encuentran en fases de observación, todavía no es posible concluir que el proporcionar y suministrar vitamina D a los enfermos con COVID sea una forma de contrarrestar los efectos de la enfermedad, no obstante lo que sí es cierto es que la deficiencia de esta sí aumenta el riesgo de contraer enfermedades pulmonares.

Usted puede acudir a su médico para saber cómo suplementarse y tal vez aumentar sus niveles de vitamina D, pero puede empezar con el consumo de los alimentos mencionados anteriormente.

Incalculable pérdida

Según el último informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que debido a la muerte prematura de millones de personas por COVID-19, la humanidad perdió 336.8 millones de años de vida.

Estas alarmantes cifras revelan la magnitud del impacto de la pandemia y el recordatorio constante de que el progreso, ni siquiera en entidades como la OMS, como lo afirman los expertos, no es lineal ni está garantizado.

El 2020 quedará grabado en la historia como el día en que se decretó la primera pandemia del siglo 21. Este acontecimiento marcó el comienzo de un período de dudas constantes sin precedentes en todo el mundo.

Las políticas relacionadas con la sa lud también generaron incertidumbre. Así lo explica el informe de la OMS, que abarca datos hasta el año 2022, en el que se destaca la falta de avances significativos en los indicadores clave de salud en los últimos años, en contraste con las tendencias positivas observadas entre 2000 y 2015.

Esta recopilación muestra el impacto devastador de la pandemia de COVID-19 en la salud global y el retroceso en los avances hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Una de las cifras más alarmantes es la recopilada en el período 2020-2021. El COVID-19 provocó la pérdida de casi 337 millones de años de vida en todo el mundo, lo que equivale a una media de 22 años de vida perdidos por cada muerte adicional.

Este dato se logró a través de una estadística utilizada para calcular los años que una persona deja de vivir si fallece a una edad que no es la esperada para ese grupo demográfico en particular. En otras palabras, es una medida que se basa en todas las personas que experimentaron una muerte prematura.

El comunicado oficial cuenta también que la pandemia ha revertido tendencias positivas y ha exacerbado las desigualdades en el acceso a una atención médica de calidad, la vacunación sistemática y la protección financiera.

El Director General de la OMS, el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, hizo un llamado a aumentar sustancialmente las inversiones y sistemas de salud para volver a encaminarse hacia la consecución de los ODS.

Así mismo se pronunció la doctora Samira Asma, Subdirectora General de la OMS para Datos, Análisis y Cumplimiento en pro del Impacto, que advirtió que la pandemia de COVID-19 es un recordatorio de que el progreso no es lineal ni garantizado. Además, destacó la necesidad de actuar con decisión para lograr un impacto medible en todos los países y hacer efectiva la agenda 2030 de los ODS.

Convivir con el virus

Hace unas semanas, el organismo internacional declaró el fin de la pandemia, pero aún hay muchos retos por delante para convivir con un virus que llegó para quedarse.

“El COVID-19 es una enfermedad que se debe vigilar puntualmente, como las demás que se mantienen en el país, como el dengue o la tuberculosis, entre muchas otras. Debe quedar claro que el SARS-CoV2 no se va, ni se irá”, dijo a EFE Mauricio Rodríguez, portavoz de la Comisión Universitaria para la Atención de la Emergencia de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y especialista del Departamento de Microbiología y Parasitología de la Facultad de Medicina de esta misma institución.

“Termina la emergencia, pero no la amenaza”, apuntó Rodríguez.