KISSIMMEE, Florida. Hace dos años, el retirado periodista deportivo Gonzalo Ramírez sufrió el embate del huracán María en Puerto Rico. Ahora está obligado a desalojar su residencia en Kissimmee por culpa de Dorian, pero cumplirá la orden sin mayor problema. Lo importante, a su juicio, es tomar las medidas necesarias para mantenerse a salvo. 

Esa es la actitud de miles de boricuas a lo largo y ancho de toda la Florida, pase lo que pase.

La habilitación de refugios, orden de desalojos y preparativos de último momento eran ayer la orden del día entre la amplia comunidad puertorriqueña ante el esperado paso del huracán Dorian por la costa este de Florida entre mañana y el miércoles, aunque parece que su azote no será tan cercano ni destructivo como se anticipaba a principios de la semana.

“Esta área no va a sufrir impacto directo. Estuve en Puerto Rico con categoría 4, y la categoría 5 toda esta aldea se destruye totalmente…. eso debe ser devastador. No quiero ni pensarlo”, dijo Ramírez a Primera Hora en medio de sus preparativos para cumplir con el desalojo compulsorio que ordenó el Condado de Osceola en la comunidad Good Samaritan Kissimmee Village, que sufrió una enorme inundación hace dos años durante el paso del huracán Irma.

Al igual que la mayoría de sus vecinos en la comunidad exclusiva para el sector de la tercera edad, Ramírez se trasladará a pernoctar durante el paso del huracán a casa de familiares o amigos, aunque algunos, en su mayoria incapacitados, serán trasladados a las instalaciones del St. Cloud Community Center. 

“Esto es una zona inundable y no te lo dicen. Después de esta reunión varios residentes, bastante, han expresado su malestar y van a empezar a hacer gestiones para salir de aquí, incluyéndome a mí”, agregó.

Reiteró, no obstante, que se siente relajado frente al paso de Dorian. “Estamos listos… se siente más o menos que en Puerto Rico. Lo único que tienes es el aliciente, el alivio, de saber que la luz no se va a ir. Aquí casi todo es soterrado.

Tienes todas las ayudas habidas y por haber… son más rápidos, son más eficientes”, destacó Ramírez, quien residía en Caguas en aquel momento.

En Osceola, donde vive la mayor cantidad de boricuas en toda la Florida Central, hoy abrirán varios refugios en escuelas públicas de la zona, y desde el sábado tenían disponible un albergue para pacientes de condiciones especiales de salud en Kissimmee. El condado Orange, asimismo, tenía varios planteles escolares habilitados como albergues y en operación desde temprano en la mañana de ayer.

Pero muchas familias puertorriqueñas, sin embargo, preferían trasladarse a diversas hospederías de la zona, debidamente equipados con alimentos, refrigerios y juegos de mesa tras haber tomado las medidas de seguridad pertinentes para proteger sus residencias, incluso en solares de casas rodantes.

“En los refugios a veces no aceptan mascotas y nosotros tenemos nuestras mascotas, que nunca las dejaríamos atrás como ellos tampoco a nosotros. Así que decidimos invertir un poco en ellas, porque vale la pena”, explicó Ricardo Fernández, acompañado por su vecino Edgardo Cruz y respectivas familias.

“Es un huracán de una categoría bastante grande y por eso nos estamos preparando, no importa si realmente llega como debe de llegar o no, pero lo más importante es prepararte… ha sido una semana de duro trabajo, pero ya no hay nada que hacer. Esperando que llegue el momento del embate. Irnos al hotel y pasarla chévere, como cualquier otro puertorriqueño”, añadió Fernández.

Cruz, por su parte, destacó que estaba “salvando el sacrificio de uno, porque aquí no se viene a recoger dinero como la gente se cree. Aquí hay que trabajar fuerte para tener lo de uno y estamos tratando de salvarlo. Que sea lo que Dios quiera… ya casi está todo ‘ready’. Es cuestión de los últimos toques por si nos desalojan, a la hora del desalojo pues irnos para el hotel”.

Don Ángel Rosario, asimismo, confesó que “estoy considerando salir de mi casa, porque mi casita es una casa un poquito vieja y entonces se puede romper una ventana, una pared, se mete el viento dentro con este fenómeno, y puede correr peligro hasta la vida de uno. Si entra sé que no va a haber una casa que aguante los vientos de un huracán que viene en categoría 5”. Al mismo tiempo colocaba bolsas de arena en las puertas de su casa y paneles en la ventana. 

“Ningún lugar es seguro, pero si el que uno está es menos seguro lo correcto es irse a otro lugar para que que no vaya a acontecer algo más grande”, agregó.

Las autoridades gubernamentales y empresa privada, por otro lado, tomaban sus decisiones de último momento. El Aeropuerto Internacional de Orlando seguiría abierto hasta nuevo aviso; las escuelas públicas de los condados Volusia y Brevard estarán cerradas hasta el jueves, mientras Osceola, Orange y otras zonas tenían cierres escolares anunciados hasta el martes; y los parques temáticos esperaban hasta el final antes de detener sus operaciones.

“Queremos que las personas se preparen… ese es el mensaje más importante. Estar preparados, no dejar las cosas para última hora y no bajar la guardia”, puntualizó Melissa Zayas Moreno, oficial de información pública de la ciudad de Kissimmee y destacada en el Centro de Manejo de Emergencias de Osceola.

Ayer, se estimaba que Bahamas recibiera el castigo del huracán Dorian por más de 30 horas. 

De Florida a las Carolinas, millones de personas seguían con preocupación las noticias sobre el fenómeno en medio de cálculos de que podría virar bruscamente al noreste tras pasar y dirigirse a la costa sureste de Estados Unidos.

Sin embargo, las autoridades advirtieron que incluso aunque su vórtice no toque tierra en territorio estadounidense y permanezca sobre el mar, es probable que los vendavales y el oleaje intenso que acompañan al meteoro golpeen las zonas costeras de Estados Unidos.