Austin. Dar indultos es una tradición de fin de año para el gobernador de Texas, Greg Abbott, quien cada Navidad los otorga a un puñado de ciudadanos comunes, generalmente por delitos menores cometidos hace años o décadas.

Pero un nombre destaca en su escritorio: George Floyd.

Abbott no ha dicho si perdonará póstumamente a Floyd este año debido a un arresto por drogas en el 2004 en Houston por un expolicía en cuyo trabajo ya no confían los fiscales. La junta de libertad condicional de Texas, repleta de personas designadas por Abbott, recomendó unánimemente un perdón para Floyd en octubre.

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Desde entonces, el gobernador republicano -quien lleva dos mandatos y buscará la reelección en 2022- no ha dado indicios de si otorgará el segundo indulto póstumo en la historia de Texas. Floyd, quien era negro, pasó gran parte de su vida en Houston antes de mudarse a Minnesota, donde su muerte tras ser detenido el año pasado generó protestas sobre la violencia racial en Estados Unidos.

“No importa quién creas que era George Floyd”, dijo Allison Mathis, defensora pública de Houston que presentó la solicitud de indulto de Floyd. “Lo que importa es que él no hizo esto. Es importante que el gobernador corrija el registro para demostrar que él no hizo esto”.

Una portavoz de Abbott no respondió a las solicitudes de comentarios.

Los indultos restablecen los derechos de los condenados y los perdonan a los ojos de la ley. La familia y los partidarios de Floyd dijeron que un perdón póstumo para él en Texas demostraría un compromiso con la rendición de cuentas.

En febrero de 2004, Floyd fue arrestado en Houston por vender 10 dólares de crack en una operación policial. Se declaró culpable de un cargo de drogas y cumplió 10 meses de prisión.

Abbott tiene varios contendientes de extrema derecha y su silencio sobre un posible perdón para Floyd ha planteado dudas a Mathis y otros sobre si hay cálculos políticos en juego.

El gobernador asistió al servicio conmemorativo de Floyd el año pasado en Houston, donde se reunió con la familia y planteó la idea de una “Ley George Floyd” que apuntaría a la brutalidad policial. Pero Abbott nunca apoyó públicamente una medida de este tipo meses después, cuando los legisladores regresaron al Capitolio, donde los republicanos dieron prioridad a la financiación policial.