Con lágrimas en los ojos y los sueños de sus antepasados en el corazón, la primera mujer afroamericana que será jueza del Tribunal Supremo de Estados Unidos celebró este viernes su confirmación para el cargo, un desenlace que habría sido impensable para sus abuelos.

Un poema clásico en la cultura afroamericana permitió a la jueza Ketanji Brown Jackson explicar -y quizá terminar de asumir del todo- que su familia ha pasado de la esclavitud y la segregación racial a la cúpula del poder judicial de Estados Unidos, tras ser confirmada el jueves para el cargo por el Senado.

Relacionadas

“Trayendo conmigo los regalos que me legaron mis antepasados, soy el sueño y la esperanza del esclavo”, dijo Jackson en una ceremonia para celebrar su confirmación ante cientos de personas en los jardines de la Casa Blanca.

Esas palabras las tomó prestadas del poema “Still I Rise” (“Y aún así, me levanto”), de la célebre poeta y activista de los derechos civiles Maya Angelou, pero ilustraban bien el peso que la historia ha tenido en su familia, procedente del sur de EE.UU. y con raíces en la esclavitud.

“Ha llevado 232 años y 115 nombramientos previos que una mujer negra sea elegida para servir en el Tribunal Supremo de Estados Unidos. Pero lo hemos conseguido”, sonrió Jackson.

Ese logro se lo debe a sus propios “referentes” en la vida y en la profesión judicial, y a “generaciones de estadounidenses que nunca tuvieron nada parecido a este tipo de oportunidad”, recalcó, enjugándose las lágrimas con un pañuelo.

“Me han allanado el camino”

Cada pocas palabras, los cientos de asistentes al acto en la Casa Blanca interrumpían con aplausos y vítores el discurso de la jueza, que estaba flanqueada por el presidente que la nominó por el cargo, Joe Biden, y por la primera mujer afroamericana que ha sido vicepresidenta del país, Kamala Harris.

Entre ese público estaban los orgullosos padres de Jackson, Johnny y Ellery Brown, que crecieron en un sur estadounidense todavía segregado por la raza y estudiaron en escuelas y universidades para la población afroamericana, antes de convertirse en maestros de escuelas públicas.

La jueza heredó la pasión por las leyes de su padre, que cuando ella era pequeña estudiaba Derecho con voluminosos libros mientras su hija coloreaba a su lado en su apartamento de Miami.

“He trabajado duro para llegar a este punto de mi carrera, y he conseguido algo que va mucho más allá de cualquier cosa que pudieran haber imaginado mis abuelos. Pero nadie logra algo así por su cuenta: me han allanado el camino para que yo pueda estar a la altura de la ocasión”, subrayó Jackson.

De la segregación al Supremo

El homenaje a su familia continuó con un mensaje de esperanza: aunque tuvieron que pasar siglos para que los afroamericanos empezaran a ser considerados plenamente ciudadanos de EE.UU. y el racismo sigue muy presente en la sociedad del país, Jackson opinó que se han hecho avances rápidos.

“En mi familia, solo hemos tardado una generación en pasar de la segregación al Tribunal Supremo”, recordó en referencia a la infancia de sus padres.

Por eso, confió en que su ascenso al Supremo, que se concretará a mediados de este año, sea algo “de lo que todos los estadounidenses puedan enorgullecerse”, a pesar de que la mayoría de los senadores republicanos se opusieran a su confirmación en la votación del jueves.

Antes del discurso de Jackson, el propio Biden condenó que los republicanos intentaran distorsionar el historial como jueza de Jackson con acusaciones “infundadas” y “abusos verbales” durante las audiencias de confirmación, algo que ella soportó, dijo, con “paciencia” e “integridad”.

El poema que citó Jackson en su discurso describe precisamente la perseverancia de la población afroamericana que logra “levantarse” una y otra vez a pesar del racismo, y muchas mujeres afroamericanas se vieron reflejadas en la resistencia que demostró la jueza durante esas audiencias.

MIRADA AL FUTURO

Para Harris, que también tuvo que encajar ataques racistas en su trayectoria hacia la Vicepresidencia, lo importante es mirar al futuro, y durante el acto se mostró convencida de que “los líderes jóvenes” del país “aprenderán de la sabiduría” de Jackson.

“Y ellos verán, por primera vez, a cuatro mujeres sentadas en el Tribunal (Supremo)”, celebró la vicepresidenta, en referencia a las otras dos magistradas de tendencia progresista de la corte, Sonia Sotomayor y Elena Kagan; y a la conservadora Amy Coney Barrett.

La llegada de Jackson a la corte implicará que toda el ala progresista estará compuesta por mujeres, tres juezas que lo tendrán difícil para imponerse a los seis magistrados de tendencia conservadora.

Pero a sus 51 años, a Jackson le espera previsiblemente una larga trayectoria en la corte, y un enorme potencial de dejar huella en el futuro político y social del país.

Eso hacía sonreír este viernes a Biden, consciente de que el éxito de la nominación de Jackson será probablemente uno de los puntos más brillantes de su legado a nivel nacional, dada la incapacidad de aprobar grandes reformas en un Congreso polarizado.

“Este es un momento de cambio en la historia estadounidense”, subrayó el mandatario en su discurso.