Una carretera de poco más de un kilómetro desde Carolina hasta Trujillo Alto se conocería como la carretera Felipe Birriel Fernández, según propone un proyecto radicado en la Cámara de Representantes.

Se trata de la ruta estatal PR-858 que como tributo póstumo al Gigante de Carolina se ha propuesto designar con el nombre de Birriel Fernández, quien nació un día como hoy, el 16 de agosto de 1917, en el municipio que al presente, en su honor, se denomina Tierra de Gigantes.

El Proyecto de la Cámara 2556 fue presentado en julio por el representante Javier Aponte Dalmau como reconocimiento permanente al recordado Birriel Fernández, quien debido a un descontrol en su glándula pituitaria alcanzó la estatura de siete pies con once pulgadas.

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Birriel Fernández, el Gigante de Carolina, falleció el 15 de marzo de 1994, a la edad de 77 años. El galeno Manuel Paniagua, quien lo atendió por años, recordó que la condición de gigantismo se le diagnosticó en su adolescencia. Hace un tiempo narró a El Nuevo Día que desde los 17 años Felipe sufrió mareos y una debilidad que hasta le imposibilitaba moverse. 

A los 30 años, por su gran estatura, fue contratado por empresarios circenses. Además recibió contratos para aparecer en anuncios y espectáculos en la décadas del cincuenta y sesenta. Sin embargo, la mayor parte del tiempo Birriel Fernández vivió de forma modesta, en condiciones humildes y sin dinero suficiente para costear atención médica adecuada cuando su salud se quebrantó al envejecer.

El Gigante de Carolina figuró de modelo en promociones baloncelísticas, pero nunca jugó ese deporte. Por su gran estatura llegó a viajar fuera de Puerto Rico para presentarse como atracción de espectáculos en los que adultos y niños procuraban tomarse una fotografía con Birriel Fernández.

Los padres de Felipe, Pedro Birriel y Dionisia Fernández fueron personas de estatura normal, al igual que otros seis hijos del matrimonio. 

Birriel Fernández falleció a causa de un paro cardíaco al cuido de familiares en una humilde residencia del barrio Barrazas. Al producirse el deceso, el entonces alcalde carolinense, José Aponte, decretó tres días de duelo.

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