Managua. Un grupo de personas baila junto a una tarima en el norte de Managua, otro se disputa una camiseta lanzada al público en las afueras de la ciudad, y un supuesto sacerdote encabeza una procesión por ser la Semana Santa.

Esta es la particular manera en que algunos desafían la pandemia de coronavirus Covid-19 en Nicaragua.

Aunque la mayoría de nicaragüenses parece seguir las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), otros han preferido participar en las actividades multitudinarias organizadas por el Gobierno del presidente Daniel Ortega, que niega tener “transmisión local comunitaria” de Covid-19, y únicamente reconoce nueve casos confirmados, con un muerto, “todos importados”.

Datos del Instituto Nicaragüense de Turismo (Intur), indican que, en medio de la pandemia, las autoridades nicaragüenses organizaron al menos 23 actividades multitudinarias en dos playas, dos lagunas y un lago, y un río, administrados por el Estado, entre los días jueves y domingo, con transporte gratuito.

Adicionalmente, más de un centenar de alcaldías de ideología sandinista y empresas estatales, anunciaron actividades similares, entre concursos deportivos en balnearios locales, competencias gastronómicas, y eventos religiosos al margen de la predominante Iglesia católica.

Ninguna se dio por enterada de las recomendaciones del Comité Científico Multidisciplinario, para evitar la propagación del coronavirus SARS-coV-2, que transmite la enfermedad de Covid-19, que incluyeron el distanciamiento social, cuarentenas y evitar aglomeraciones.

Sin restricciones

Hasta ahora, Nicaragua se mantiene como el único país de América que no tiene restricciones ni medidas sociales de prevención ante la pandemia, por considerarlo innecesario, incluso cuando Cuba ya ha reportado cuatro casos de infección en el país centroamericano.

Aunque no todas las actividades acarrearon gente, y otras se desarrollaron con menor afluencia de lo esperado, una parte reunió a pequeñas multitudes, cuyas aglomeraciones contrastaban con las calles vacías y ciudades silenciosas.

En esos “submundos”, cargados de música, alcohol en diferentes versiones menos en gel, ajenos a la crisis sociopolítica, la depresión económica y al Covid-19, algunos participantes tuvieron experiencias extremas, como la de un joven que se desmayó luego de que una mujer con sobrepeso cayó sobre su pecho mientras bailaban perreo, en Tipitapa (Pacífico).

Otros, en cambio, gozaron con las ocurrencias de payasos, se chuparon los dedos con las delicias que probaban en las ferias de platillos típicos, o se reunieron para ver los detalles de las “alfombras pasionarias”, que mostraban personajes religiosos elaborados con aserrín.

Apenas ayer la organización de defensa de los derechos humanos Human Rights Watch (HRW), había calificado de “temeraria” la respuesta de Ortega a la pandemia.

A pesar de que la Iglesia católica anunció que sus celebraciones en esta a Semana Santa serían a puertas cerradas, para evitar contagios de Covid-19, hubo sacerdotes conocidos por su aparente simpatía sandinista, que hicieron caso omiso, y llamaron a sus fieles, aunque luego se arrepintieron.

“Maldito teléfono”

En la ciudad de León, en el noroeste de Nicaragua, las aglomeraciones promovidas por los religiosos recibieron fuertes críticas, por lo que un sacerdote pidió perdón de manera pública.

En Nindirí, municipio vecino de Managua, otro se exasperó al punto de exigir a los presentes que apagaran “el maldito teléfono” celular.

Pero no todos los curas eran reales. Diferentes comunidades católicas de Nicaragua denunciaron al menos dos casos de personas que se hicieron pasar por clérigos para encabezar procesiones en las calles.

En diferentes municipios, incluida Managua, las alcaldías y empresas estatales no necesitaron sacerdotes para ejecutar las tradicionales judeas, obras de teatro callejeras que recrean la Pasión de Cristo, ante un público que apenas reparaba en la pandemia de Covid-19.

Algunos creyentes evangélicos se sumaron a las actividades callejeras, y salieron en pequeños grupos a exhibir carteles que decían “Jesús es la solución”, mientras vestían atuendos rojos y negros, los colores del oficialista Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).

Organismos como la Organización de los Estados Americanos (OEA), la oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Acnudh), la Organización Panamericana de la Salud (OPS), y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), han mostrado su preocupación sobre el manejo de la pandemia en Nicaragua.

Dicha preocupación no es compartida por las autoridades nicaragüenses, que para el Domingo de Resurrección han programado actividades similares, que extienden las fiestas al margen del Covid-19.