Moscú.- El último dirigente soviético, Mijaíl Gorbachov, defensor de la libertad religiosa durante la Perestroika, ha revelado uno de los secretos mejor guardados de su biografía: su ateísmo.

"Para evitar malentendidos quiero asegurar que fui y sigo siendo ateo", declaró Gorbachov a la agencia Interfax en alusión a las noticias recogidas recientemente por varios diarios europeos sobre su supuesta conversión al Catolicismo.

Gorbachov, de 77 años, calificó de "fantasías" las informaciones sobre su "secreta fe católica", aunque subrayó su "profundo respeto" por todas las confesiones religiosas.

El propio Gorbachov dio pie al rumor al visitar en compañía de su hija, Irina, el pasado 15 de marzo la tumba de San Francisco de Asís en Italia (centro), donde según los testigos citados por el diario británico "The Times" se le vio rezando.

"Efectivamente, estuve en la Basílica de San Francisco, pero no en calidad de peregrino, sino como turista", dijo.

El ex líder soviético insiste en que no hizo "ningún tipo de declaración sobre el grado de santidad de ese u otro santo" durante su estancia en Umbría.

Y, más aún, añadió: "No recé".

"Durante todos estos años nunca se me pasó por la cabeza enrolarme en una u otra religión", apuntó.

Gorbachov, que nació en el seno de una familia ortodoxa y fue bautizado de niño, reconoció que ha estado en "templos ortodoxos en Rusia y el extranjero, y también en iglesias católicas y protestantes en Europa y Estados Unidos".

Además, añadió, "he pisado sinagogas en Israel, mezquitas en países árabes, templos budistas y sintoístas en Asia, y también los santuarios de los Incas en Sudamérica".

El veterano político, que volvió en octubre del pasado año a la política activa tras varios años de labor intelectual, recordó que fue a iniciativa suya que se aprobaron en tiempos de la URSS leyes que "devolvían al pueblo la libertad de credo y de conciencia".

"Hoy en día, vaya a donde vaya, si el tiempo lo permite, siempre intento familiarizarme con los lugares religiosos de los diferentes países y pueblos, ya que comprendo bien el gran rol que ha jugado y juega la religión en la sociedad a lo largo de la historia", dijo.

La supuesta fe de Gorbachov y de su esposa, Raisa, ha sido objeto de especulación dentro y fuera de Rusia casi desde que asumió el poder, en marzo 1985.

Su talante liberal, el hecho de que no se negara a visitar los templos religiosos y su imagen como adalid del "Socialismo con rostro humano" contribuyeron a ello.

Con todo, el factor fundamental fue sin duda el lanzamiento de la Glasnost (transparencia), política que dio paso a finales de la década de los años 80 del siglo XX a la libertad de expresión política y religiosa.

Además, en noviembre de 1989, poco después de la caída del Muro de Berlín, Gorbachov se reunió en el Vaticano con el Papa Juan Pablo II, entrevista que el portavoz soviético definió entonces como un encuentro entre "un marxista militante y un católico militante".

Esa histórica entrevista, la primera entre un dirigente del Partido Comunista de la Unión Soviética y el Pontífice de la Iglesia católica, sirvió para romper amarras con décadas de opresión religiosa en Rusia.

El principal fruto de ese encuentro fue la legalización de la Iglesia greco-católica o Uníata, que fue declarada ilegal por Stalin en 1945, y que, aún hoy, mantiene una tensa relación con la Iglesia Ortodoxa.

Juan Pablo II, considerado en todo el mundo uno de los artífices de la caída del Comunismo, siempre le estuvo agradecido por ese paso.

Posteriormente, en 1990, el Soviet Supremo de la Rusia soviética adoptó la ley "Sobre libertad religiosa", que devolvía a los creyentes rusos todos sus derechos y permitió la apertura de miles de templos en todo el país.

Su antagonista al otro lado del telón de acero, el presidente estadounidense Ronald Reagan nunca pudo ver cumplido en vida su deseo de que Gorbachov fuera creyente.

Otro rumor, que nunca ha podido ser confirmado, es la condición de creyente de la fallecida Raisa Gorbachova, cuyos padres, según algunos biógrafos, habrían sido ejecutados por su fe religiosa.

Uno de los grandes beneficiarios de la apertura religiosa promovida por Gorbachov fue el presidente electo ruso, Dmitri Medvédev, que recientemente confesó haberse bautizado a los 23 años de edad (1989).

Mientras, el presidente saliente, Vladímir Putin, pese a haber hecho carrera en el KGB, es un creyente confeso que mantiene estrechas relaciones con el Patriarca ortodoxo, Alejo II.