Roma. El papa Francisco se involucró en el debate iglesia-estado en relación a las cuarentenas impuestas a los servicios religiosos cuando pidió el martes “prudencia y obediencia” a los protocolos del gobierno para evitar que vuelvan a surgir las infecciones.

Francisco hizo el llamado sólo dos días después de que los obispos italianos se quejaron amargamente de que el gobierno italiano no ofrecía disposiciones para que las misas se reanudaran en su plan para reabrir los negocios, vida social y deportiva en Italia a partir del 4 de mayo.

Aunque no es claro si Francisco tenía la intención de enviar un mensaje diferente al de los arzobispos, su llamado para obediencia y prudencia concuerda con sus llamados previos de proteger a los más vulnerables y poner los intereses económicos detrás de las muestras de solidaridad.

No obstante, Francisco sin duda está irritado con la cuarentena. Desde el comienzo se quejó de sentirse "como en una jaula” y lamentó más recientemente que la iglesia realmente no es “Iglesia” sin una comunidad de feligreses presentes y la administración de los sacramentos.

El gobierno del primer ministro italiano Giuseppe Conte anunció el domingo que los funerales se reanudarán a partir del 4 de mayo, pero que no había información en cuanto a cuándo los feligreses podrían asistir a misa.

En respuesta, la conferencia de obispos italianos expresó indignación de que sus propuestas sobre los protocolos de seguridad aparentemente fueron ignoradas.

Los obispos dijeron que “no pueden aceptar que la libertad de la oración sea comprometida". Argumentan que el gobierno debió distinguir entre su labor de ofrecer guía en el tema de salud y el derecho de la iglesia de “organizar la vida de la comunidad cristiana, respetando las medidas, pero en total autonomía”.

La oficina de Conte respondió rápidamente que trabajaba en los protocolos para permitir la reanudación de servicios religiosos en cuanto fuera posible, pero “en condiciones de máxima seguridad”.