París. Las recurrentes fricciones entre Francia y el Reino Unido por los migrantes que tratan de cruzar el Canal de la Mancha viven un pico de tensión a cuenta de los varios cientos de refugiados ucranianos que han empezado a llegar a Calais con la intención de ir al Reino Unido.

El ministro francés de Interior, Gérald Darmanin, reclamó este domingo a los británicos una solución inmediata para permitir que se les conceda un visado a esos refugiados ucranianos que se dirigen a ese puerto francés del Canal de la Mancha para que puedan viajar al Reino Unido, donde se les ha prometido acogida.

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“¡Ya basta! Los ingleses tienen que acordar su discurso, los grandes discursos del señor (Boris) Johnson, con los hechos”, señaló en una entrevista radiotelevisada por CNews y Europe 1 refiriéndose al primer ministro británico, que ha prometido asilo a los que huyen de la guerra en Ucrania.

Darmanin explicó que de los alrededor de 400 ucranianos que han llegado por ahora a Calais para desde allí pasar al Reino Unido, unos 150 están bloqueados porque no tienen visado y, como no hay representación consular, el mensaje de Londres es que tienen que dar media vuelta e ir a solicitarlo a los consulados de París o Bruselas.

“Hay que acabar con la burocracia quisquillosa”, se quejó antes de contar que ha pedido a su homóloga británica, Priti Patel, la instalación en la ciudad portuaria de una forma de consulado para solucionar ese tipo de problemas.

Calificó la situación de “kafkiana” y cuando se le preguntó si ese bloqueo responde a una motivación política, su respuesta fue: “espero que no”.

Añadió que está confiado en que Patel va a resolver este problema, pero también que espera que se haga “lo más rápidamente posible”.

Hasta ahora han llegado a Francia unos 2,500 refugiados ucranianos y una buena parte están en tránsito de camino a otros países en los que hay importantes comunidades ucranianas, como España, Portugal y el Reino Unido. En Francia, están registrados únicamente 17,000 ucranianos con permiso de residencia.

Pero la gestión de la frontera marítima con el Reino Unido, que ya era problemática cuando ese país formaba parte de la Unión Europea (nunca perteneció al espacio Schengen), se ha envenenado todavía más con el Brexit.