La fuga que protagonizaron José Figueroa Agosto, el lugarteniente de su organización, Francisco Solano de los Santos, y otros dos confinados mediante un complejo esquema de órdenes de excarcelación a finales del 1999 y principios del 2000 violentó varios reglamentos que rigen este proceso.

Pero la investigación administrativa y criminal de la evasión no necesariamente se mantuvo como un asunto prioritario durante las pasadas dos administraciones de gobierno.

Las autoridades correccionales no notificaron la fuga hasta el 23 de junio de 2000. A pocos días de hacerse pública la evasión, se suspendió la investigación administrativa hasta tanto no concluyera la pesquisa criminal del Negociado de Investigaciones Especiales (NIE).

Durante varios años Justicia realizó algunas gestiones para dar con el paradero del poderoso dúo.

Se asignó un agente de la División de Interpol para ocuparse de la captura del narcotraficante. Tanto las autoridades federales como estatales tenían conocimiento de que Figueroa Agosto se había escapado a República Dominicana para dirigir el envío de cargamentos multimillonarios a Puerto Rico y Estados Unidos.

Aunque no se encaminó un operativo concertado para seguir el rastro de Figueroa Agosto, a pesar de la robusta presencia que mantiene la Agencia federal Antidrogas (DEA) en Quisqueya, agentes de la Interpol en Puerto Rico sí viajaron al vecino país para asistir en la captura del prófugo.

Pero el escándalo de la fuga pasó a un segundo plano. El caso se enfrió aún más con el continuo traslado de investigadores que se ocupaban de delitos de cuello blanco.

Pero no es hasta que Figueroa Agosto asesina a un ex coronel de la Policía Nacional dominicana e intenta atentar contra la vida del director de la agencia líder contra el narcotráfico en la nación caribeña, la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD), en el 2009, que se comienza a reportar sobre la importancia del narcotraficante en términos del tráfico de drogas en el Caribe.

Lo que también alza una serie de interrogantes es por qué no se ha concluido la investigación criminal de la fuga de los confinados aun cuando ha transcurrido cerca de una década desde haberse perpetrado.

Los archivos periodísticos de la evasión resaltaron que las órdenes de excarcelación tuvieron que haber sido preparadas por personas con conocimiento de las mismas.

El primero que pudo salir a través de este esquema fue Solano de los Santos, el 11 de octubre de 1999. Posteriormente, Figueroa Agosto y otro dominicano de su organización criminal, Juan Pablo Rojas, fueron excarcelados el 5 y el 9 de noviembre del mismo año, respectivamente.

El último en salir de la institución fue el confinado Arturo Gómez Anastasio, quien cumplía una sentencia de 46 años por robo, agresión agravada y fuga.