Las nuevas exigencias del mercado internacional, que buscan recibir materiales reciclables libres de contaminantes, han puesto en jaque a la industria del reciclaje en la Isla. 

El panorama no parece alentador ni para estas empresas ni para los municipios, que están perdiendo esfuerzos y dinero en recolectar materiales con vida útil que luego termina en los vertederos del País. 

Lo peor de todo es que de no buscarse una alternativa, los programas de reciclaje podrían desaparecer y con ellos se reducirían aun más los años de vida de nuestros vertederos. 

Los programas de reciclajes municipales y las tres plantas recicladoras que existen en Puerto Rico enfrentan un duro golpe con estas exigencias. 

Tal es el caso de la empresa IFCO Recycling, que actualmente cuenta con 200 toneladas de materiales no aceptables por los compradores de China, lo que ha ocasionado que lo que antes era reciclado fuera de la Isla, ahora llegue a los vertederos del País.

“Hace dos meses, China se puso estricto por políticas del país, porque compran 50,000 toneladas de material reciclable mensual y ese material no llegaba limpio o estaba mezclado con otras cosas que lo contaminan. Un 3% de esas toneladas de materiales que compran son basura, entonces estamos hablando de que reciben 1,500 toneladas de basura al mes y eso es mucha basura del mundo quedándose en China. Para evitar eso, tienen que ponerse estrictos. Por eso comenzaron con políticas con el fin de que el material que sea recibido sea puro”, dijo Juan Rosado, ejecutivo de cuentas de IFCO Recycling, empresa con plantas en Caguas, Gurabo y Bayamón. 

La situación representa una crisis para los países que reciben el cargamento, pero también para aquellos que acostumbraban a venderlo.

“Es una locura, porque si tengo que parar y generar menos cantidad de material y pagar por la mano de obra que va a limpiarlo y segregarlo, entonces mi ganancia disminuye. Sin contar que lo que se quede, que es la basura que China no quiere, la tengo que botar y me cobran por eso”, expuso Rosado, quien asegura que antes recibía cerca de 100 toneladas de materiales contaminantes, pero ahora alcanzan las 500 toneladas, material que termina entonces en los vertederos. 

Impacto a municipios

Los programas de reciclaje de los municipios también enfrentan la crisis de estas nuevas exigencias.

En el caso de Comerío, con su iniciativa habían logrado reciclar el 60% de sus desperdicios, pero estos cambios en las reglas de juego los han llevado a reciclar tan solo el 10% de lo que recolectan, el resto no pasa las rigurosas leyes del mercado internacional.

“El programa de reciclaje goza de la simpatía de la gente y hemos creado conciencia. No tenemos vertederos clandestinos, los espacios públicos están limpios, al igual que las carreteras. Pero ahora, tener que decirle a un pueblo que ha adelantado tanto que todo el esfuerzo se ha perdido, es doloroso”, indicó el alcalde José A. Santiago, quien responsabilizó al Gobierno por la situación. 

“Nuestro planteamiento es que hicimos lo que nos corresponde, llevamos al pueblo a crear conciencia y ahora, ante la ausencia del mercado, el gobierno es el que tiene que encontrar un mercado internacional que reciba el material, o crear un proceso de manufactura donde se reutilice ese material aquí en la Isla. De lo contrario, esto provocaría un problema mayor porque se reduciría el espacio y la vida útil de los vertederos. Con esto estamos retrocediendo a la década del 80 y las consecuencias serían graves”, destacó Santiago.

 El ejecutivo municipal añadió que, por otro lado, la situación se les complica por las exigencias de las plantas procesadoras. 

“Están pidiendo un material tan refinado, por ejemplo el cartón tiene que ser únicamente cartón corrugado. No puede estar impreso como es el caso de las cajas de cerveza y otras que no cualifican. Un periódico que incluya un shopper a colores no cualifica bajo las nuevas exigencias del mercado. El plástico de botella no puede tener tapa ni etiqueta y solo aceptan unos números particulares de plástico que son los 1 y 2, porque hay otras categorías. Es tan y tan complicado que el esfuerzo que realizamos no se justifica, no hay manera de tener un operativo tan complejo para que luego solo se recicle el 10%”, expuso el alcalde Comerío, municipio que en el 2003 recibió el Enviromental Quality Award, galardón otorgado por la Agencia Federal para la Protección Ambiental (EPA en inglés) debido a sus altas cifras de reciclaje.

Por su parte, Carlos O. Rivera, director del municipal Programa de Reciclaje en Fajardo, uno de los más efectivos de la zona Este, entiende que el mensaje de las nuevas exigencias debe ser uno claro y consistente y que no debe variar entre unas empresas recolectoras y otras.

“Estamos teniendo el problema de la comunicación, ya que algunas empresas obligan al participante a quitar etiquetas, remover tapas, limpiar el interior de las botellas y casi quieren que le trituremos el material para hacerles el trabajo más sencillo. Nosotros hemos estado a la disposición de hacer las cosas como nos indican, pero no podemos recibir una información distinta cada día. Entendemos que todo sube y baja según el mercado de exportación, pero las compañías recolectoras le dan un mensaje a unos coordinadores y a otros le dan otro mensaje y así no se puede educar a un País”, expuso Rivera.

Además, coincidió en que la Autoridad de Desperdicios Sólidos no se ha comunicado con los municipios para explicar las nuevas reglas, lo que los deja sin herramientas y a merced de las exigencias particulares de las empresas recolectoras.

“El problema es que la Autoridad de Desperdicios Sólidos no ha orientado a los municipios sobre la problemática que están teniendo los exportadores con el material. Mientras que sean las fábricas recolectoras las que orienten, no va a funcionar porque las empresas lo están haciendo a base de su efectividad y de lo que más fácil se les hace. No nos están dando una información clara para educar a la gente ni las herramientas”, recalcó Rivera.