Llegaron de San Juan, Hatillo, Ponce e, incluso, la ciudad de Milwaukee, en el estado de Wisconsin. Sin embargo, las vueltas de la vida -y los cambios climáticos del trópico- los forzaron a reunirse a orillas de la laguna del Condado, donde, algunos desde Irma, pasan sus días y noches en espera de ayuda.

Se hicieron de varios “techitos” con ayuda de toldos y casetas, y ubicaron debajo de ellos colchones y sábanas con las que se protegen de los despiadados insectos que invaden el área cuando cae el sol. Para comer, dependen de la caridad de otros.

Uno de los 10 miembros de esta comunidad improvisada explicó que, durante el paso del huracán María, buscó refugio en el Coliseo Roberto Clemente. Sin embargo, luego fue trasladado al coliseo Pedrín Zorrilla, junto a otras personas sin hogar que hoy le acompañan.

“Había un revolú. Sacaron a los deambulantes para reubicarlos en hogares (Casa de) Acogida y (La Casa de) Nuestra Gente y eso está lleno de adictos. Nosotros que estamos en la calle fastidiaos, íbamos a terminar peor. Dijimos que no, porque nos iba a fastidiar, de una u otra manera”, relató el muchacho de 32 años que no quiso ser identificado.

Sobre cómo llegó a la calle, el joven explicó que hace un tiempo se quedó sin trabajo y no pudo continuar pagando la renta de su hogar. Luego, se vio en la necesidad de vender su carro, pero el dinero que sacó de la transacción se le agotó.

A su lado, Israel Vila Reyes, de 40 años, relató que hace más de un mes llegó a Puerto Rico proveniente de Milwaukee, Wisconsin. Allá, vivía debajo de un puente, resistiendo, en algunas temporadas del año, temperaturas extremas, recordó. Al arribar a la Isla, tuvo que enfrentarse con las emergencias provocadas por Irma y María.

“Hace dos semanas estoy aquí... (Pedimos) lo que esté a disposición. No puedo navegar mucho si no tengo las direcciones ni el barco”, mencionó sobre las ayudas que requiere en este momento.

Tanto Israel como su compañero de espacio apuestan a la ayuda que puedan recibir a través de La Fondita de Jesús. Ambos ansían insertarse nuevamente en el mercado laboral, aunque reconocen los nuevos retos que enfrenta el País tras el azote de María.

Mientras, Carmen Mabel Pérez Machado aseguró haber viajado, en pon y a pie, de Hatillo a Bayamón luego de la embestida del huracán María, para buscar a su hija de 15 años, que supuestamente se encuentra albergada en un hogar sustituto. Sin embargo, en su camino al Centro de Operaciones de Emergencias, ubicado en el Centro de Convenciones de San Juan, -donde se dispone a acudir para pedir ayuda- se topó con las casetas improvisadas a orillas de la laguna. Allí le ofrecieron un espacio para dormir.

“Está fuerte estar aquí”, lamentó otros de los hombres, que tampoco quiso divulgar su identidad y que se limitó a pedir un lugar donde vivir.