Inés estaba cerca de cumplir 30 años de edad, era madre soltera, tenía una hija y quedó embarazada nuevamente sin planificarlo. De inmediato supo que no podía tenerlo. No sintió inseguridad.

“Si tienes la duda, no lo haces. Siento que tomé una decisión madura al terminar con el embarazo”, explicó Inés, nombre ficticio para proteger su identidad, sobre la situación que enfrentó hace más de una década.

Cuenta que tenía 11 semanas de gestación y que buscó información sobre el procedimiento.

“Hablé con amistades que habían optado por terminar sus embarazos. Conocía que les había ido bien dentro de toda la situación. Me habían explicado más o menos el procedimiento y yo llamé a la clínica para conocer el costo y el proceso de recuperación, que era mi mayor temor… pero estaba decidida a terminar con mi embarazo”, comparte la mujer profesional que al día de hoy tiene un segundo hijo.

Indicó que aunque ha pasado mucho tiempo no es algo que hable con su familia.

“Nos han adoctrinado a que inducirte a un aborto es algo malo y estoy convencida de que es un derecho que tengo. Sobre mi cuerpo decido yo y nadie debe influenciar sobre esa decisión”, enfatiza. 

En su caso, confiesa que varias amigas le pidieron reconsiderar su determinación. 

Pero llegó a la clínica. De ese día, recuerda la entrevista con la enfermera, quien preguntaba constantemente si alguien la había obligado a acudir allí. “Le dije que no, que estaba muy convencida de lo que iba a hacer. Me dieron una bata y me pasaron a una sala con  otras mujeres en espera del proceso. Ahí nadie habló del tema… estaban tranquilas, menos una muchacha que estaba ansiosa y dijo que no estaba segura. Ahí se acercaron las enfermeras y le dijeron que estaba a tiempo de no hacerlo; ella se retiró”.

Luego de este episodio, años después, tuvo un aborto natural, el que describe como “más doloroso” que el que tuvo en la clínica. “Sufrí más… aquel dolor yo no lo soportaba. Me hicieron un aborto clínico”.

En tono reflexivo y analizando el proyecto de la senadora Nayda Venegas, que busca informar más a la mujer que decida terminar su embarazo, según asegura, Inés tiene una opinión distinta.

“Proyectos como el que propone la senadora, si hubiera sido en ese entonces cuando tomé la decisión de terminar mi embarazo, me hubiera causado más miedo la ley que el proceso. Sobre todo el asunto de que 48 horas antes de someterte al proceso quirúrgico me obliguen como mujer a enfrentarme a un monitor para ver los órganos, el feto, unos latidos… me parece la cosa más atroz que se pueda cometer contra una mujer que por  ‘x’ o  ‘y’ razón decidió terminar su embarazo. Me parece que es la manera del Estado de hacer sentir como tierra a una mujer que ya de por sí vive en una sociedad donde es señalada por este tipo de acción a la que tenemos derecho. El Estado no decide sobre mi cuerpo”, sentenció.