El viento sopla y los molinos giran…

La finca de Viento Santa Isabel en el sur de Puerto Rico se ha mantenido produciendo energía eólica desde que inauguró en 2012. Se trata de electricidad limpia, con un mínimo impacto ambiental y que los clientes en la isla están utilizando sin ni siquiera darse cuenta.

El subdirector ejecutivo de operaciones de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) Fernando Padilla, contó a este diario que el área se mantiene en funciones y que produce cerca de 95 megavatios. La empresa Pattern Energy, a la que la AEE le compra la energía, indica en su página web que hasta 30,000 casas pueden ser energizadas con su producción.

Sin embargo, “traducirlo de energía renovable a combustible es medio complicado”, comienza a explicar Padilla sobre las diferencias entre ambas en términos de producción y costos.

“El molino por la infraestructura que tiene, los niveles de tierra, es más caro”, añade. La compra de este tipo de energía en la actualidad puede subir hasta 18 centavos por kilovatio por hora. No obstante, habría que cuantificar el beneficio a largo plazo en el impacto ambiental, algo que en el Día de la Tierra vale la pena resaltar.

“Mas allá de los dólares y los costos tenemos que ver el impacto al medio ambiente. Es energía más limpia, hay que ver el tipo de uso que le puedes dar a los terrenos por contaminación. Esos terrenos se pueden utilizar para sembrar, a diferencia de una planta de combustible fósil que contamina el ambiente con las emanaciones y si siembras algo alrededor no sirve, al igual que cualquier planta industrial que tiene esa misma huella”, detalla Padilla.

Pattern Energy explica que la compatibilidad de la energía eólica y la agricultura hizo de Santa Isabel una comunidad ideal para el desarrollo del proyecto. En alrededor el área donde están ubicados los más de 40 molinos de vientos crecen piñas, tomates, calabazas, plátanos, papayas y otros cultivos comerciales.

“La finca de Viento Santa Isabel genera energía equivalente a las necesidades de aproximadamente 30,000 hogares locales cada año. La instalación también permite a los puertorriqueños conservar anualmente 300,000 barriles de petróleo importado y compensar el equivalente de CO2 de aproximadamente 35,000 automóviles”, indica la compañía.

Padilla explicó que la energía que se produce entra en la red eléctrica de Puerto Rico por lo que se utiliza en el área, pero no exclusivamente en el pueblo de Santa Isabel, por la interconexión del sistema.