Santa Isabel - “Pérdida total, pérdida total”.

Esas fueron las palabras que Luis De Jesús exclamó a todo pulmón cuando divisó la entrada de un vehículo todoterreno del Municipio de Santa Isabel en una de las calles cubiertas de agua en el barrio Playita Cortada, donde decenas de personas perdieron sus pertenencias por las inundaciones provocadas por el huracán Fiona.

La euforia del padre de un menor de edad se convirtió en pura emoción al describir a PRIMERA HORA los estragos que el fenómeno atmosférico causó en su residencia.

“Le da con llorar a uno porque uno que se sacrifica por tener sus cosas... no es fácil”, expresó frente a la residencia de madera, donde una mujer les ayudaba a limpiar las pertenencias afectadas por el fango.

Junto a De Jesús, su esposa Disglaira Román, relató que fue anoche cuando se movilizaron a la escuela Pedro Meléndez de su comunidad. Acudieron al refugio para protegerse y lo lograron. Al regresar esta mañana, encontraron su casa repleta de agua, al tiempo que la ropa y zapatos quedaban inservibles.

Román expresó, sin temor a equivocarse, que sus vecinos vivieron la misma experiencia que su familia. Desde su residencia se veía un mar de agua marrón que no cedía.

La razón para las inundaciones es la misma que ha provocado situaciones simulares en el pasado: el mar entra a las residencias y se junta con el río Descalabrado cuando sale de su cauce.

Un panorama similar se vivió en el barrio Jauca, donde este medio evidenció el momento del rescate de una familia de siete personas, incluyendo a dos hombres que permanecen encamados.

Emanuel Torres fue uno de los rescatados. Contó que fue anoche cuando el agua comenzó a subir. De inmediato, colocaron una tabla de mandera para contener la inundación, pero no dio resultados.

El joven de 19 años aseguró que esta no es la primera vez que viven una situación de esta magnitud, pero aseguró que es muy distinta a la que experimentaron durante el huracán María en 2017.

Todos los miembros de su familia fueron movilizados a la escuela Elvira Colón, donde sobre 20 personas están refugiadas. En su mayoría, son residentes de Jauca y el barrio Playa, que también recibió el azote de Fiona.

En este refugio, que queda relativamente cerca del Malecón de Santa Isabel, impera el buen ánimo entre los refugiados.

Varias personas consultadas por este medio, dijeron que se sentían tranquilos y que decidieron acudir al refugio para proteger su vida y la de los suyos.

“Estamos en familia y nos conocemos”, expresó Iris Rivera, quien pese a que su residencia se inundó, no paraba de sonreír.

Este medio intentó obtener una entrevista con el alcalde Rafael “Billy” Burgos, pero no fue posible.