Salinas. “Esto parece una zona de guerra”.

Esas fueron las palabras que un vecino de la comunidad Villa Esperanza exclamó al observar los daños que ocasionó el río Nigua al salirse de su cauce por las torrenciales lluvias que dejó el huracán Fiona.

Sus palabras no fueron una exageración, pues en los alrededores de la calle más cercana al cuerpo de agua, solo había escombros, vehículos destruidos, maquinarias de construcción volcadas y tráilers hechos añico.

La escena más impactante, sin embargo, estaba al final de la vía, donde una residencia se hundió junto a la carretera. La pareja que residía en la estructura sobrevivió, aseguraron varios vecinos del área.

Detrás de la residencia, estaba localizado un tráiler propiedad de Gloria Marrero, quien todavía estaba atónita por lo que el río ocasionó. El camper que adquirió junto a su esposo hace cuatro meses, y al que venían cada fin de semana desde Caguas, fue destruido por completo y arrastrado al otro extremo del terreno que alquilaron.

“Nunca nos imaginábamos que esto (la comunidad) se inundara de esta manera. Como lo que venía era una tormenta, todo estaba bien, pero ya el domingo nos dieron la noticia que el camper estaba destruido. No quedó nada, todo se perdió”, describió.

Marrero estimó que perdió cerca de $35,000, pero guarda la esperanza de que el seguro que contrató le responda.

“Se me quebranta la voz no por mí nada más, porque yo vengo de fines de semana, pero aquí la gente perdió lo poco que tiene con muchos sacrificios”, expresó. “Vinimos a esta comunidad, donde la gente es encantadora, pero nos duró poco”.

A pasos del tráiler de Marrero estaba Ángel Luis Díaz, quien no se fue un refugio y presenció la crecida del río. Aseguró que el agua “entró por donde quiera”. Según estimados preliminares del Servicio Nacional de Meteorología (SNM), en el área de Salinas se recibieron entre 20 a 25 pulgadas de lluvia desde el viernes en la noche hasta la mañana del lunes.

“El río se salió dos veces”, dijo. “Se me daño la nevera, la lavadora y la planta... ganas de llorar le dan a uno”.

Una historia similar vivió Roberto Pérez Catala, de 61 años, que con una máquina de construcción sacaba los escombros que llegaron hasta frente de su hogar.

Aseguró que esta es la primera vez que ocurre una inundación de esta magnitud en Villa Esperanza. La causa, a su juicio, es que algunas personas invadieron terrenos de la comunidad para colocar vagones. “Tiraron toda la basura para el río, el río se tapó y explotó por aquí (cerca de su residencia)”, detalló.

Pérez Catala se dedica a hacer “chivitos” de mecánica, por lo que alrededor de su casa tiene diversos equipos pesados, que ahora quedaron arropados por escombros.

La huella del río Nigua

El río Nigua dejó su huella a lo largo de Salinas, dejando cientos de refugiados en la escuela Carlos Colón Burgos, donde hasta esta mañana unas 197 personas todavía estaban en la lista de damnificados.

Wanda Janet Ríos Colorado, presidenta de la Asociación de Residentes de la Urbanización Las Margaritas, aseguró que esta es la sexta vez que el río entra a las residencias de su comunidad.

La urbanización fue construida en 1977, pero los primeros compradores nunca fueron notificados de que estarían residiendo en una zona con peligro de inundaciones, señaló la líder comunitaria.

Cuando conocen que se acerca una tormenta o huracán, los vecinos rápidamente se preparan. Entre otras cosas, suben sus pertenencias a las camas y tapan las puertas con maderas y silicona.

Aun así, el río hizo estragos en la urbanización. En el caso de Ríos Colorado, la mujer estuvo atrapada por varias horas en la residencia de unos ancianos a los que cuidaba, mientras que en la casa de su madre el agua subía.

“En la calle el agua subió como entre cinco a seis pies. A mis vecinos de al frente un camión de la Guardia Nacional vino y los sacó”, contó sobre los rescates que presenció.

Al igual que Pérez Catala, Ríos Colorado consideró que la inundación del río Nigua fue histórica, por lo que urgió al Municipio de Salinas y el Departamento de Recursos Naturales a canalizar el cuerpo de agua y evitar la construcción de estructuras a su alrededor.

“Siguen construyendo al lado del río, nosotros (la comunidad) seguimos denunciándolo, pero no nos hacen caso”, señaló.

Al reclamo de la líder comunitaria se unió, Efraín Torres Torres, cuyo establecimiento de reparación de aires acondicionados, Los Hermanos Auto Air, quedó destrozado.

“Perdí todo, porque el impacto del agua abrió la parte de atrás del negocio y se fueron todas las herramientas”, lamentó. “Las agencias pertinentes tienen que acelerar el ritmo de la canalización del río... si lo canalizamos, puede que tengamos más cubiertas”.

La peligrosidad del río Nigua en medio de una tormenta o huracán se exacerba con las marejadas ciclónicas en las comunidades Playa y Playita, donde la Guardia Nacional de Puerto Rico (GNPR) y el ayuntamiento rescataron a decenas de personas. Hoy, a tres días del impacto directo del huracán, residentes y comerciantes intentaban comenzar de cero.