Con excepción de los eventos oficiales, muchos puertorriqueños dicen que no recibirán al presidente Donald Trump con los brazos abiertos durante su visita del martes a la devastada isla.

Los habitantes del territorio estadounidense se mostraron molestos y despectivos el lunes cuando se les preguntó sobre la descripción que dio Trump sobre algunos puertorriqueños que criticaron la ayuda del gobierno estadounidense tras el paso del huracán María, a los que se refirió como “ingratos”, y sobre sus aseveraciones de que las labores de ayuda marchan bien.

“Para mí, él es una basura”, dijo Rachel Cruz, una lingüista que iba rumbo a casa después de comprar víveres en la capital, San Juan. “Está haciendo el ridículo y está dejando en ridículo al país”.

Cruz dijo que los puertorriqueños están furiosos al no contar con energía eléctrica en gran parte de la isla y por el cierre de muchas escuelas y negocios, además de que en muchas de las provincias pasan apuros para conseguir agua potable y alimentos. Pero recalcó que es poco probable que incluso los que están más indignados insulten abiertamente al hombre que, a fin de cuentas, es el responsable de ayudarlos.

“Esto es el sentir de la gran mayoría de la gente, pero debemos mantenernos ecuánimes porque necesitamos la ayuda”, recalcó.

Incluso quienes están satisfechos con la ayuda federal hacia la isla de 3.4 millones de habitantes, admitieron que están resentidos con los tuits de Trump en los que describe a algunos puertorriqueños como holgazanes e ingratos.

“Agradecemos toda la ayuda que nos hayan enviado, pero los comentarios de él no son ciertos”, dijo Nancy Rivera, directora de una escuela privada que salió a comprar pan. “No nos merecemos eso”.

Rivera y su esposo viven en la localidad de la costa norte de Toa Baja, una de las zonas más afectadas por el paso de María y en donde se tuvo que rescatar a decenas de personas que se resguardaban de las inundaciones en los techos de las casas. La pareja se mudó temporalmente al apartamento de su hijo en San Juan.

Sin embargo, el gobernador Ricardo Rosselló elogió a las autoridades federales y estatales por proveerlos de recursos y ayuda, pero también recalcó que Puerto Rico ha sufrido desde hace tiempo debido a su estatus como territorio.

“Les invito a todos a considerar, a pensar en los puertorriqueños como sus constituyentes”, dijo Roselló, que está a favor de que la isla se convierta en estado. “Piensen en ello como un imperativo moral porque somos ciudadanos estadounidenses, pero, más importante, todos somos iguales como seres humanos”.

El gobernador informó que se restauró el servicio de agua para casi la mitad de los consumidores en todo Puerto Rico. También dijo que espera que el 25% de los consumidores del servicio eléctrico tengan luz antes de que finalice octubre. Las autoridades han dicho que el servicio en toda la isla se restauraría por completo antes de marzo.

Rosselló también anunció que en los últimos días se redujo el tiempo de espera para comprar gasolina de siete horas a una en el área de San Juan, y que casi el 40% de los clientes cuentan con servicio de telefonía celular.

Varios puertorriqueños, incluyendo a Noelys Martínez, trabajadora en un centro de atención telefónica, expresaron duda de que la visita de Trump cambie su situación.

“Él no va a traer la luz”, declaró mientras paseaba cerca de un parque comiendo helado.

Ángel Tomás Crispín, gerente en una ajetreada tienda en la que varias personas buscaban reabastecerse de provisiones, no tuvo palabras de elogio para el presidente. “La solución de Puerto Rico no es Donald Trump”, declaró.

Crispín dijo que le molestaron los comentarios de Trump sobre la isla. “Tanto dinero que tiene, y tanta educación que tiene, y es ignorante”.

Luis Torres, un jubilado que salió a caminar con su esposa, Marina, dijo que Trump no es bienvenido.

“Para mí, que no venga”, dijo Torres.

Su esposa estuvo de acuerdo.

“Él se ha expresado de una manera tan despectiva. Sumamente innecesario y sumamente desconsiderado”, comentó Marina. “Es muy triste”.