Como a mí, de seguro que a much@s les gustaría concluir la mayoría de estos días calurosos en la playa,  con un rico pincho de pescado y tostones de pana en mano o, para los “más sofisticados”, saborear un delicioso sushi de atún al filo del anochecer. Hasta ahí, todo parece genial.

Pero para el invitado principal de la velada ni tanto.

Como también, de seguro ya saben, la sobrepesca está matando nuestros cuerpos de agua.

Este concepto se refiere a la pesca excesiva de la fauna marina. 

Haciendo mi asignación, llegué a la guía para el consumo de pescado responsable con el medioambiente y publicada por Greenpeace hace nueve años. Si, demasiado tiempo hace de eso, pero resultó buena.

Allí me enteré, por ejemplo,  que el salmon cultivado en granjas, proveniente de la acuicultura,  representa la mayoría del consumo de esta especie, la cual en su hábitat natural no aparece.

De hecho, existe lo que se conoce como “Salmofan” con el que los productores de salmón (sentaditos en su cómoda oficina o desde el smartphone, asumo yo) escogen la tonalidad de esta proteína ya que, según Greenpeace,  de no hacerlo lo que veríamos en la nevera del supermercado sería color gris.

Y esto es solo hablando del color. A los salmones procedentes de la acuicultura se les ha detectado altos niveles de contaminantes

Solo así se explica que una bolsa de salmón congelado cueste $25 y otra pueda llegar a los $50. El más costoso, como suele ocurrir, es el de mejor calidad y sin tantos contaminantes.



Pero en fin, lo importante es consumir cualquier producto del mar de manera sensata.

Aquí los consejos dados por Greenpeace.

1.       Aprovechalos bien. ¡Deja la gula para otro momento! Comer pescado y mariscos debes verlo como un lujo porque realmente lo es.  De otra manera, lo que seguramente estás consumiendo es una cantidad insospechada de químicos y contaminantes perjudiciales a tu salud. Si llegaras a saber, a ciencia cierta, que proviene de su hábitat natural estás contribuyendo a su extinción. Así que consúmelo pocas veces al año.

2.       No a los ejemplares pequeños. Esto es simple; si el ejemplar no ha llegado a su edad reproductiva, estamos patrocinando el que en un futuro los mares continuen sobreexplotados, que nunca se recuperen.

3.       Pídelo local. Además de requerir menor uso de combustible y energía para transportar y refrigerar (lo que contribuye al calentamiento global y al cambio climático), estarás auspiciando a las pescaderías locales y consumiendo pescado fresco.

4.       “¿Y cómo lo pescaron?” Aunque haciendo esta pregunta parecerás que eres parte de de Portlandia, es importante hacerla. “Es mejor capturar con anzuelo vivo que con redes de deriva… En la pesca algunas especies como los langostinos se arrojan muertos por la borda hasta el 90% de los organismos que se han sacado del mar porque a las compañías solo les interesa llenar la bodegas con el producto más caro”, dice la guía.

5.       Antes salvaje que de granja. No solo evitas alimentarte con productos químicos y antibióticos que solo Dios sabe su efecto a la larga, también evitas que se continue pescando. Sostener la acuicultura conlleva alimentar a los peces de granja con productos elaborados a partir de otros pesces, así que la sobrepesca continua.

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