En lo que va del verano, he tenido la gran fortuna de participar en varios festivales en el Caribe y en Estados Unidos.

Lo más interesante de cada uno, además de su propuesta musical, es su historia y propósito.

En todos ellos, la música se ha convertido en protagonista y en el atractivo e incentivo para el turismo y, por ende, en una importante aportación a la economía.

Mientras participaba y disfrutaba de ellos, pensaba en nuestra querida Isla.

Tantos recursos que tenemos aquí para poder tener este tipo de eventos y atraer una cantidad de público importante, en determinadas fechas del año, sin lugar a dudas permitiría estimular nuestra economía insular.

Nuestras playas y paisajes no tienen nada que envidiar a ningún país; contamos con productores, técnicos de la mejor calidad y. lo más importante, el talento musical.

En esta Isla de donde salen los mejores a dar música al mundo, y donde los mejores quieren venir a probarse y a tener éxito, deberíamos tener varios festivales de corte internacional, en los que se combinen diferentes géneros con nuestra propuesta turística, para poder competir con algunos de estos festivales tradicionales.

En todos estos casos, las instituciones gubernamentales competentes se envuelven de manera oficial, facilitando la celebración y el éxito de los mismos.

En nuestro País, el Día Nacional de la Salsa, el Heineken Jazz Festival y el recién organizado Aniversario de la Salsa son algunos de los proyectos que se han venido celebrando año tras año, y han podido ganar fama internacional y a la vez han conseguido animar a muchos turistas a visitar nuestra Isla.

La creación de nuevas propuestas músico- turísticas requiere de creatividad y colaboración entre la industria del entretenimiento y el gobierno, para hacer una inversión -que estoy seguro- que rendirá muy buenos frutos y a la vez abrirá la puerta para otras oportunidades.

Son muchas la áreas de nuestra sociedad que se verían beneficiadas con este esfuerzo coordinado y creativo.

La música y los músicos puertorriqueños se han convertido en un excelente producto de exportación. ¿Por qué no utilizar ese recurso para atraer turistas y capital a la Isla aprovechando su talento y su papel de embajadores de nuestra tierra donde quiera que se presentan? 

Tenemos una Isla bella, los recursos naturales y humanos, y tenemos el talento. Entonces... ¿qué estamos esperando?

¡Camínalo!