Los seres humanos somos apasionados por naturaleza. Nos apasionamos por el deporte, el trabajo, los hobbies, la política (en el caso de Puerto Rico) y claro, por el amor.

Pero qué difícil es a veces mantener los mismos niveles de pasión para las cosas que nos interesan.

Por ejemplo:

Una persona que siente pasión por su trabajo llega a su jornada laboral. Pone todas las ganas y el empeño que su cuerpo y mente le dan y hace sus tareas con la mayor de las pasiones.

Cuando sale de su trabajo se va a correr, otra de sus pasiones. Hace tres millas en menos ná. Termina satisfecho por lo que ha logrado.

Llega a su casa, y ¿qué pasa? Está tan cansado que la pasión por su pareja se quedó pegá en la pista del parque.

Señores, tenemos un problema.

Tenemos que trabajar en un concepto antiquísimo pero muy importante: balance.

Oiga, si se explota como burro de carga en el trabajo y encima se va a correr como si lo estuvieran persiguiendo, JAMÁS piense que le quedará algo de energía para hacer el amor cuando llegue a su casa. El cuerpo no es de acero, se cansa, al igual que la mente.

Así que, hay que hacer un balance entre las actividades del día, incluyendo las tareas domésticas para que cuando llegue la hora del cariñito ambos estén en forma y buena disposición.

Recuerde que tiene que haber un tiempo para todo en la vida. Y si tiene pareja e interesa mantenerla, el amor, la pasión y el sexo tienen que estar entre sus prioridades.

Y tú, ¿te has quedado sin pasión por tu pareja debido al cansancio?

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En Twitter @janizabeth

Besos de miel…