A tan pocos días de las elecciones, dudo que alguno de nosotros no crea que tiene claro ya por quiénes va a votar. Al menos, que sabe por quiénes no.

En semanas recientes ha arreciado la campaña reeleccionaria del gobernador Luis Fortuño, lo que ha hecho que la contienda parezca inclinada a su favor, a pesar de que las encuestas de su contrincante principal, Alejandro García Padilla, le siguen indicando a la cúpula popular que su candidato puede ganar.

En San Juan, donde estas elecciones presentan una contienda complicada por la novedad que representa la candidatura aglutinadora de Carmen Yulín Cruz, las encuestas siguen favoreciendo ampliamente al alcalde Jorge Santini, pero creo que es porque se sigue encuestando de forma tradicional, a base de preferencias de partido. Que no significa que Santini no pueda resistir el empuje, ni tampoco que Carmen Yulín no pueda dar la sorpresa del siglo.

Y es que es difícil para un pipiolo admitirle a un encuestador que va a votar por un candidato de otro partido. Sobre todo porque los líderes del Partido Independentista Puertorriqueño invitan a los demás a votar por ellos, pero describen como traición el que uno de los suyos vote por los otros.

Cuando comenzó todo, el temor mayor de los populares era que el Movimiento Unión Soberanista les restara votos. Pero el MUS se desinfló casi con la misna fuerza con la que llegó, principalmente porque su cúpula dejó de representar los postulados que inspiraron a Ángel Collado Schwartz a crearlo. Tanto así que el propio Collado Schwartz lo abandonó.

Sin embargo, el referéndum de la fianza, curiosamente, marcó un nuevo despegue para Fortuño a pesar de que perdió el "sí" que él propulsaba. Es un hecho que esa derrota no le afectó tanto a Fortuño como a García Padilla, que equivocadamente recurrió al "sí" por una evidente mala lectura de su equipo de campaña.

Pienso que si García Padilla hubiera enderezado su rumbo en ese momento, admitiendo el error y redirigiendo sus esfuerzos hacia los electores que sí podrían cambiar su voto el 6 de noviembre --que no son, contrario a lo que sus asesores le vendieron, los penepés disgustados--, estaría hoy, a tres días de los comicios, en una posición más sólida que la que aparenta estar.

La encuesta de El Nuevo Día nos dirá mañana dónde están parados los candidatos a  48 horas del día decisivo. Algunos se sorprenderán, otros pensarán que los números se equivocan, y habrá quienes se sentirán ya ganadores.

Mi consejo a todos es que no baje nadie la guardia, que esa lectura en blanco y negro de la realidad electoral más próxima al momento de la decisión puede --lo ha hecho ya en otras elecciones-- alterar el resultado final.

Decía al principio que dudaba que algunos no creyeran saber, a estas alturas, por quiénes votarán o, cuando menos, por quiénes no. Veamos si siguen pensando lo mismo de aquí al martes.