Siempre surge la pregunta: ¿Cuál es el nombre correcto de nuestro idioma? 

Es una controversia que se alimenta de muchas opiniones, en ocasiones difíciles de reconciliar.

La respuesta rápida es sí, son sinónimos. 

En términos generales, ambos términos pueden referirse al idioma común que hablamos sobre 500 millones de personas alrededor del mundo.  Tú y yo hablamos español y, también, hablamos castellano.

La Real Academia Española (RAE), en su excelente ‘Diccionario panhispánico de dudas’, afirma que “Para designar la lengua común de España y de muchas naciones de América, y que también se habla como propia en otras naciones del mundo, son válidos los términos ‘castellano’ y ‘español’”. 

Ahora bien, escarbemos un poco más.

En su explicación, el diccionario aclara que el término más recomendable es ‘español’ porque evita posibilidades de ambigüedad.  La RAE explica que “resulta preferible reservar el término castellano para referirse al dialecto románico nacido en el Reino de Castilla durante la Edad Media, o al dialecto del español que se habla actualmente en esa región”.

Para entender esto, hay que recordar que España está dividido en varios territorios autónomos, cada uno con sus propios dialectos que son considerados lenguas cooficiales dentro de la nación.  Por ejemplo, Cataluña tiene el catalán; Galicia, el gallego y el País Vasco, el euskera. 

El dialecto castellano surge desde la Edad Media en el Reino de Castilla (ahí su nombre actual), y al momento de unificarse en el siglo XV los reinos de Castilla con el reino de Aragón, mediante el matrimonio de la reina Isabel con el rey Fernando, el castellano se va fortaleciendo como el idioma predominante, tanto a nivel de la nación española en la Península Ibérica como a lo largo de su vasto imperio en América y las Filipinas. 

Así que el castellano es, en arroz y habichuelas, uno de los varios dialectos que forman la España de hoy día, y se recomienda utilizar ese término para referirse al dialecto y no al idioma más amplio que utilizamos todos los hispanoparlantes.  Algo similar ocurre con el inglés, cuyo nombre proviene del nombre ‘Inglaterra’, que es uno de varios países dentro de lo que se conoce como el Reino Unido.  En este caso, el término ‘inglés’ hace referencia al país que lo adoptó como oficial y lo internacionalizó, al igual que ‘español’ hace referencia a lo mismo.

De hecho, si te fijas bien, la manera de llamar nuestro idioma en otros lenguajes se relaciona con la palabra ‘español’ y no con ‘castellano’.  En inglés dicen que hablamos ‘Spanish’, en francés dicen ‘espagnol’, y en italiano ‘spagnolo’; nunca has escuchado decir que hablamos ‘Castellonation’ (un invento mío, por supuesto), ‘castillan’ o ‘castigliano’.  La forma internacional de denominar el lenguaje que nosotros hablamos es… ‘español’. 

No siempre la RAE prefirió el uso del término ‘español’ sobre ‘castellano’.  La prueba de ello es que todos sus diccionarios, desde el primero publicado en el siglo XVIII hasta su decimoquinta edición en el 1925, se llamaban ‘Diccionarios de la lengua castellana’.  A partir de ese año en el siglo XX, cambian el nombre a ‘Diccionario de la lengua española’ para dejar claro, según lo establecieron en su prólogo, que le querían dar mayor atención a “las múltiples regiones lingüísticas”, incluyendo las de Hispanoamérica.

Al final, no importa si dices que hablas ‘español’ o ‘castellano’; lo importante es que reconozcas que tienes la dicha de conocer el segundo idioma materno más hablado en el mundo, solo superado por el mandarín.  

Siéntete orgulloso de él, cuídalo y defiéndelo. 

El español (o el castellano) es parte de ti…