Decenas de familias residentes en el  sector El Collado en el barrio Maragüez, aún sufren los estragos causados por el huracán María, con un servicio eléctrico deficiente, agua potable que desaparece por días, carreteras en estado crítico y varios toldos azules que no les permiten sanar.

Para comunicarse, lo hacen de manera tradicional cuando el mensaje se transmitía de boca en boca, ya que el acceso a la telefonía también es limitado.

Según la líder comunitaria, Matilde Cruz, “tenemos luz dos días a la semana y cuando llega la luz, se va el agua por dos días y todos esos servicios están intermitentes. La iluminación está sumamente escasa, las carreteras están desastrosas y todavía estamos removiendo escombros de áreas verdes, porque el campo a veces está más olvidado porque es menos accesible”.

“En telefonía, incluso, algunas compañías de servicio aun no tienen señal. Tenemos un centro comunal donde nos acercamos para anunciar cualquier actividad y también para organizarnos”, destacó la líder comunitaria ponceña.

Cruz recordó que antes del huracán, su comunidad la integraban unas 60 familias, pero la cantidad ha variado ya que algunos vecinos han regresado al recibir la ayuda para restaurar sus casas.

“Quedan algunos toldos azules, pero no tantos porque la comunidad se ha movilizado a ayudarlos”, destacó la líder comunitaria de El Collado.

Mientras, en el barrio Tiburones, aledaño al aeropuerto Mercedita, también sufre por el pobre acceso al servicio telefónico y la huella dejada en los techos no se ha borrado.

La líder comunitaria Carmen Maritza Rodríguez aseguró que los toldos azules se han ido reduciendo. Mientras, la comunidad se ha movido a solucionar los problemas que le aquejan, incluyendo la limpieza y recogido de escombros.

Para maximizar su respuesta a emergencias, estas líderes se unieron a otros gestores comunitarios mediante un adiestramiento organizado por la Oficina de Bases de Fe y Alianzas Comunitarias del Municipio de Ponce, con el objetivo de adquirir técnicas de rescate, seguridad, alimentación y apoyo emocional. 

Además, se instruyeron en talleres de salud comunitaria, runners, administradores y radioaficionados.

“Yo estuve en el grupo KP4 y lo que aprendimos fue muy importante, porque, aunque nuestra comunidad no haya sido impactada en una emergencia, podemos llevar refuerzos a otras comunidades con la comunicación.  Eso es lo más importante de adiestrarnos en el KP4, porque en estas situaciones es lo único que funciona cuando se va la luz, la telefonía y nos podemos comunicar y ayudarnos más entre comunidades”, la líder de Tiburones.

“Aprendimos también a ampliar los menús en cantidades mayores, diferentes oportunidades para hacer cosas con menos ingredientes, trabajar con la limitación de algunos alimentos que no tenemos y aunque tengamos poder, maximizar y atender las necesidades que surgieran dentro de la comunidad”, dijo por su parte la representante de El Collado quien estuvo en los talleres de alimentación.

Ambas féminas lograron completar sus respectivos cursos que iniciaron en marzo y culminaron el pasado 29 de noviembre con una graduación realizada en el Auditorio Juan “Pachín” Vicéns, a donde se certificaron 377 ciudadanos.

“Este proyecto viene a la raíz de que nosotros como líderes tenemos que estar unidos y darnos la mano, por eso lo estamos implementando con un plan de trabajo. Sabemos que las desgracias suceden cuando menos lo imaginamos, por eso es importante que estemos comunicados y apoyándonos”, señaló, por su parte, Carmen Pacheco Chamorro, líder comunitaria del barrio Clausells.

Los adiestramientos continuarán en enero con la intención de poner en práctica lo aprendido.