Los indígenas norteamericanos hacen la danza de la lluvia desde hace siglos, mientras que los mexicanos le imploran a Tlaloc que se apiade y mande unas gotitas. ¿En Puerto Rico? Le pedimos a la Virgen de la Cueva. Pero con todo y eso, la tierra está agrietada, las matas sequitas y ni siquiera ha llegado el verano con toda su potencia.

¿Qué hacer, entonces, para que el agua le caiga a Borinquen encima? 

Pues resulta que hay alternativas científicas, probadas en algunos lugares del mundo con resultados mixtos. No sabemos si lo que se recaude con el IVU agrandado dará para tanto pero, señores del gobierno, aquí se lo dejamos.

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1.       “Sembrar” las nubes

Literalmente, el término en inglés es “cloud seeding” y consiste en sobrevolar un avión cargado con partículas de yoduro de plata hasta una nube  con tamaño decente. La idea es que estas partículas se peguen a las gotas de agua que contenga la nube, las congele y, por fuerza de gravedad, esas nuevas partículas de hielo caigan y se derritan de camino.

Suena extraño, pero en China (donde la contaminación alcanza niveles críticos) la han aplicado con éxito y han logrado limpiar el aire en situaciones de emergencia.

2.       Cohetes

Si no se tiene un avión a mano, en China han usado la técnica de mandar cohetes hacia las nubes para hacer el mismo trabajo de “siembra”. Se ha estimado que el gigante asiático tiene hasta cinco mil de estos artefactos para “provocar” a las nubes para que llueva.

3.       Choques eléctricos

Esta técnica se ha desarrollado en Arabia Saudí, donde el clima es notoriamente árido. La compañía Meteo Systems desarrolló torres que envían una descarga de iones negativos a las nubes, en un intento por provocar que las gotas heladas choquen con dichos iones y como  resultado, comience a llover. Los expertos no guardan muchas esperanzas, pero es un hecho que lo están intentando.

4.       A cañonazo limpio

Parece un chiste, pero no: en viñedos franceses buscan que NO llueva para que no se dañen las cosechas y han instalado unos cañones que emiten una onda supersónica hacia las nubes amenazantes con la idea de que el golpe de sonido las desintegre antes de que hagan el daño. ¡Y aquí nosotros locos porque llueva!

5.       Tirando cables…

Ya Benjamin Franklin supo lo que era llevarse tremendo azote al jugar con una chiringa y una llave en plena tormenta. Pues, siguiendo esa lógica, anclan un cable a tierra, la otra esquina a un cohete y envían el mismo hacia una acumulación de nubes con la idea de “atraer” el aguacero hacia una zona en particular. Estudios de la Universidad de Arizona teorizan que esta técnica sí podría implementarse pero, en vez de con cables, con rayos láser.

Fuente: Scientific American