En Puerto Rico cerca de un 17% de la población –casi dos de cada diez personas– tiene diabetes. De ese porcentaje, un 30% puede desarrollar retinopatía diabética, indicó el oftalmólogo Jorge Gutiérrez Dorington, del Centro Médico Episcopal San Lucas.

La retina es el tejido nervioso que cubre la parte posterior del ojo y que detecta las imágenes que percibimos. La retinopatía diabética es un deterioro gradual de la circulación de la sangre en el ojo. Con esta enfermedad, los capilares (vasos sanguíneos) que están en la retina se debilitan, empiezan a liquear plasma y sangrar, hasta eventualmente taparse.

En fases más avanzadas ocurre neovascularización –formación de capilares frágiles que sangran fácilmente–, causando pérdida visual repentina. Estos capilares eventualmente se cicatrizan y pueden causar desprendimiento de retina. El doctor Gutiérrez Dorington explicó que el deterioro en la circulación depende de los niveles de azúcar en la sangre del paciente. “Sabemos que las personas con diabetes tienen una dificultad para metabolizar la glucosa (azúcar en la sangre). Las fluctuaciones entre niveles altos y bajos de azúcar afectan los capilares del ojo”, dijo.

Un problema, mencionó el especialista, es que los pacientes de retinopatía diabética usualmente no presentan síntomas hasta una fase muy avanzada. Pero existen señales tempranas.

“Usualmente el síntoma más común es la variabilidad en la vista: unos días ven bien y otros no. Esta fluctuación puede ser indicio de que se tiene la enfermedad. Aún así, la mayoría de las personas gozan de visión normal hasta que su retinopatía avanza a un grado severo. Es importante que aunque no vean borroso, se evalúen anualmente, porque pueden tenerla y no saberlo”, recomendó el doctor Gutiérrez Dorington.

Crucial identificarla a tiempo

El oftalmólogo sostuvo que la detección temprana de la retinopatía diabética es vital porque el tratamiento funciona mejor en sus primeras fases. Para diagnosticar esta enfermedad se dilata la pupila mediante gotas y, luego, se examina visualmente o con la ayuda de otros instrumentos.

Una vez se detecta, el primer paso es estabilizar los niveles de azúcar en la sangre y controlar la presión arterial. Esta recomendación es una meta que se trabaja en colaboración con el médico de cabecera.

“Cuando el paciente tiene hallazgos clínicos que requieren tratamiento, como hinchazón en la retina, usualmente se le inyectan medicamentos en el ojo. Esto puede mejorar la circulación de la sangre en el área de la retina y en muchas ocasiones mejorar su vista. Otra alternativa es el tratamiento con láser y en los casos más severos podemos hacer una cirugía”, expuso el galeno.

El doctor Gutiérrez Dorington detalló que el Centro Médico Episcopal San Lucas cuenta con una clínica donde los pacientes con retinopatía diabética reciben inyecciones de diferentes medicamentos y pruebas diagnósticas de alta tecnología. Agregó que la institución hospitalaria tiene una sala de operaciones altamente sofisticada y con la última tecnología en sistemas de visualización y tratamiento.