Cuando dejamos nuestro lugar de origen, afirman algunos, dividimos nuestro corazón en dos. De eso dan fe Félix Matos, Yesael Rivera, Nitza Pabón y Víctor Fuentes, quienes partieron de su pueblo natal para trazar nuevos caminos.

Volver a sus raíces les era necesario; por esto, decidimos acompañarlos, recorriendo trayectos de nuestra Isla en la SUV idónea para romper la rutina, una Ford Explorer. Armados de anécdotas e historias, emprendimos en cuatro road trips llenos de emoción y hermosos paisajes. Nuestros acompañantes, en miras de buscarse a sí mismos, nos introdujeron a lugares de nuestro país que no dejaron de maravillarnos.

Don Félix nos llevó a su pueblo natal, Barranquitas. Allí visitamos la parroquia San Antonio de Padua, construida en el 1933 y que aún guarda su arquitectura original. Nos dimos la vuelta por la Gallera Modelo, espacio en el que tantas veces este barranquiteño disfrutó durante su juventud. Al final del viaje, nuestro guía se encontró entre lágrimas con la familia que había dejado cuando se mudó del lugar que se le conoce como el "altar de la patria".

Yesael, por su parte, es oriundo de Manatí —o como le conocen—, la "Atenas de Puerto Rico". Una vez arribamos a su pueblo, nos llevó al espacio más significativo para él, la playa Poza de las Mujeres. La misma es la sede del Puerto Rico Surf and Skate Club, una entidad sin fines de lucro de la que forma parte, que ofrece talleres de surfing a niños, algunos de ellos con necesidades especiales. Frente a las olas del mar, confirmó la emoción que sintió al regresar al lugar que tanta alegría le ha brindado.

Jayuya fue el hogar de Nitza hasta que se graduó de escuela superior. Se estableció en Arecibo para estudiar y trabajar, pero aun así es ferra defensora de la cultura de su pueblo. Y no es para menos, pues su primer empleo fue como guía turístico en el Museo del Indio. Surcando en el recuerdo, nos dio un recorrido por ese lugar en el que afirma "se respiran otros aires". Culminamos el recorrido en las orillas del río La Piedra Escrita, donde de pequeña se zambullía al salir de la escuela.

Víctor es un joven que vive enamorado de su natal Cayey, pero actualmente se hospeda en San Juan para cursar sus estudios de maestría. En nuestro recorrido por esa ciudad que él llama “la mejor de las Américas”, conocimos a don Natalio, un hombre que en su vejez cuida de una hermosa finca de casi 300 cuerdas ubicada en el barrio Jájome. Esta figura ha sido esencial en la formación de Víctor, pues le ha transmitido su pasión por el pueblo que lo vio crecer y el deseo de salvaguardar las tierras cayeyanas.

Al final, encaminados por la Ford Explorer, hilamos trazos de cuatro historias, de cuatro boricuas que aman su tierra y añoran compartir con todos y todas las maravillas de sus orígenes.