Lo leemos en los periódicos. Lo vemos en la televisión. Lo escuchamos en la radio. Pero más aún, los vivimos en nuestro día a día. Nuestro país atraviesa por una dura y prolongada recesión económica que nos afecta a todos. De hecho, el 2006 fue el último año en que la economía de Puerto Rico reflejó un crecimiento (fue de un 0.5 %), según el economista Gustavo Vélez.

Por el sistema económico en el que vivimos, comprar es hábito necesario. Y es en ese gesto cotidiano que podemos hacer la diferencia.

Un estudio de la Universidad del Estado de Pennsylvania concluyó que el efecto multiplicador creado al gastar el dinero localmente genera un impacto duradero en la prosperidad de los residentes locales y la comunidad. Una forma efectiva de incentivar la economía y crear un efecto multiplicador es consumir productos que sean hechos totalmente en Puerto Rico.

Según el economista José Alameda, un ejemplo de esto es la agricultura. Consumir productos locales no solamente ayuda en la creación de empleos, sino que las ganancias que se generan por la venta de esos productos se vuelve a utilizar para incentivar la industria agrícola.

No obstante, existen otros servicios que, aunque el producto primario no se produce en Puerto Rico, las ganancias generadas sí se quedan en el País.

Piensa por ejemplo en los quioscos para venta de accesorios de celulares, perfumerías o tiendas de ropa establecidas en Puerto Rico, entre muchos otros. No son productos hechos en la Isla, pero el establecimiento de estos comercios a nivel local garantiza un flujo de dinero que se queda parcial o totalmente en el País, dependiendo del negocio.

Otro beneficio de comprar local: al elegir negocios establecidos en la Isla para servicios, compras, comidas u otras necesidades, recibes un buen valor por tu dinero y el mejor servicio personal y trato como cliente.

Por eso, aunque a primera vista sea imperceptible, comprar en negocios locales redunda en beneficios para todos.