Por encima de su sólida carrera colegial y su estelar desempeño en las ligas profesionales europeas, fue la legendaria carrera de José “Piculín” Ortiz en las justas internacionales lo que le ganaron al centro boricua un sitial en el Salón de la Fama del baloncesto FIBA.

¿Cuándo será oficialmente exaltado? Al momento nadie sabe. 

“Eso fue lo grande de Picu. Él tuvo un buen año colegial, fue una estrella en Europa y jugó un poco en la NBA. Pero donde él dejó su legado fue con la selección nacional”, dijo Genaro “Tuto” Marchand, expresidente de la Federación de Baloncesto de Puerto Rico (FBPUR) y pasado secretario general de FIBA-Américas en entrevista telefónica con este medio.

El dirigente y comentarista televisivo Leonel Arill estuvo de acuerdo con la opinión de Marchand, quien hoy día mantiene el título de secretario emérito de FIBA-Américas.

“La trayectoria de José no tiene par en la historia de Puerto Rico. Debe estar en el Salón de la Fama”, dijo en entrevista por separado Arill. “Su labor, y cómo jugaba cada vez que se ponía la camisa de Puerto Rico, nos dio actuaciones muy memorables”.

“Yo no veo manera, no hay razón para que no esté”, aseveró Arill.

El Salón de la Fama de la FIBA fue establecido en 1991, por lo que según explica Marchand, aún no han podido honrar a todas las pasadas estrellas de este deporte.

“Yo creo que más temprano que tarde, Picu entrará al Salón de la Fama. Estimo que como de seis a ocho años”, dijo Marchand. “Desde que lo fundaron, el salón está exaltando a las figuras de la historia. Pero empezaron de atrás para adelante, por lo que les tomará un tiempito llegar a la era de Picu”.

Ortiz brilló en el baloncesto de la NCAA como centro de Oregon State University, ganando el premio al Mejor Jugador de la conferencia PAC-10 en la temporada 1986-87. En 1987 el Jazz de Utah lo seleccionó con el decimoquinto turno de la primera ronda en el sorteo colegial de la NBA. 

Jugó con el Jazz de 1987 a 1990, optando entonces por buscar suerte en las ligas europeas. Fue un destacado jugador tanto en la Liga Española como en la liga de Grecia.

Pero sus mayores logros vinieron vistiendo los colores patrios. Ortiz fue miembro de la Selección Nacional de 1986 a 2004, siendo su principal figura por gran parte de ese periodo y participando en cuatro olimpiadas.

Aunque su estadía en la NBA fue breve, Arill entiende que Ortiz tiene el pedigrí para entrar a la versión estadounidense del salón de inmortales del básket. El Naismith Memorial Basketball Hall of Fame, como se le conoce formalmente al salón estadounidense, fue fundado en 1968, pero no fue hasta mediados de los años ochenta –cuando se mudó a Springfield, Massachusetts- que ganó prestigio y reconocimiento.

La mayoría de sus integrantes son enebeístas, pero también tienen un ala para jugadores internacionales como el brasileño Oscar Schmidt, que nunca jugó en la liga estadounidense pero fue una de las más grandes figuras en el baloncesto FIBA.

“Piculín fue una estrella en España y Grecia. Pero con nuestro uniforme fue una superestrella”, dijo Arill. “Además, ¿cuántos minutos jugó Oscar Schmidt en la NBA? Ni uno. Y allí está, en Massachusetts”.