Canóvanas. José Juan Barea duerme tranquilo. 

Que la nueva sensación de los Mavericks de Dallas Yogi Ferrell esté luciendo en cancha para el pequeño resurgir del equipo le alegra más que preocuparlo.

Incluso, ya le echó la bendición por usar el 11 detrás de su camiseta, número que lució el puertorriqueño cuando despuntó con la escuadra tejana hasta ser clave en el primer y único campeonato de la franquicia en el 2011.

“Relajamos con eso en la cancha. El encargado en propiedad me dijo que le iban a dar el 11 y yo: ‘tranquilo, ya yo estoy con el 5’. Lo ha representado muy bien en este corto tiempo”, dijo Barea a Primera Hora ayer previo a la develación de un mural a su honor en la escuela pública Luis Hernaiz Veronne.

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Barea ansía jugar con el novel fenómeno de los Mavs y no le inquieta que el egresado de la Universidad de Indiana le arrebate tiempo de juego. 

“Mi rol siempre es mi rol. Siempre puedo empezar, puedo venir del banco, traigo algo diferente al juego. Me gustaría vernos los dos en la cancha. Es bien similar a mí. Me recuerda cuando era joven. La rapidez, energía... es fuerte. Penetra. Le ha ido muy bien y aprovechó la oportunidad como yo hice en el pasado cuando llegué a la NBA”, opinó.

Después de comenzar su undécima temporada de la NBA con los mejores números de su carrera (12.2 puntos y 4.9 asistencias), Barea se vio frenado por varias lesiones en la pantorrilla izquierda que lo han tenido fuera por un total de 38 partidos. 

No ve acción desde el pasado 20 de enero, cuando se volvió a lastimar luego de un breve retorno a la acción.

Ante su ausencia en el tabloncillo, junto con otros jugadores de la cancha trasera, los Mavericks se han beneficiado de los inesperados desempeños de los armadores Seth Curry y Ferrell, lo que ha ayudado al equipo a jugar para balance de 8-4 desde el 20 de enero al presente, ayudando al quinteto a colocarse a 1.5 partidos de diferencia de la octava y última posición clasificatoria de la Conferencia del Oeste. 

Ferrell, de hecho, consiguió un contrato de dos años con el equipo luego de aprovechar la firma de 10 días   que le dieron a finales de enero mientras se encontraba en la liga de desarrollo. Desde su llegada, promedia 15.2 puntos y 4.9 asistencias por juego.

Paciencia con su regreso

Sobre su lesión, Barea espera estar de vuelta a la cancha después del 24 de febrero, fecha que Dallas vuelve a la acción de la liga tras el receso del Juego de Estrellas en Minnesota. 

“He practicado mi paciencia este año. Ha sido un año fuerte. Pero ya me siento mejor. Ahora mismo lo que hay que tener es paciencia. Volví demasiado rápido porque me sentía regular y podía ayudar al equipo y me pasó lo mismo de nuevo. Gracias a Dios no es nada serio, es muscular, se cura”, confesó. 

El equipo no cambiará

Barea no vislumbra que la gerencia del equipo haga algún movimiento cuando se acerque la fecha límite de cambios y vislumbra que, cuando todos estén saludables, realizará un empuje para clasificar a la postemporada en el octavo puesto de la Conferencia del Oeste. 

Hasta hoy, Dallas juega para 22-34, a tres partidos de los Nuggets de Denver por el último puesto para los playoffs.

Quiere ser coach 

Abordado sobre su futuro una vez termine su carrera en la NBA, Barea, de 32 años, tiene en mente estrenarse como dirigente. 

“Mi meta después de jugar es ser coach. Yo quiero ser coach. Creo que me voy a tener que quedar alrededor del baloncesto. Me veré la mitad del tiempo en Estados Unidos y mitad del tiempo en Puerto Rico. Todavía me quedan unos cuantos años en la NBA y luego veremos qué hacemos después”, indicó.