El exbaloncelista Carlos Arroyo está reviviendo su historia de desarrollo en el deporte a través de su hija mayor, Gabriella, quien al igual que él fue becada en deportes a nivel colegial.

La primera de los tres hijos del gerente general del Equipo Nacional de Baloncesto fue becada recientemente por la Universidad de Dayton en Ohio por el voleibol, un deporte que comenzó a explorar cuando su padre jugaba en Turquía. Más adelante hizo lo propio en España cuando Arroyo jugaba con el club Barcelona.

“Es el orgullo más grande que como padre se puede sentir. En lo personal (estoy) bien contento por ella, porque sé lo mucho que ha luchado, sé los caminos que ha tomado; nosotros desde chiquita llevándola a las canchas y a sus prácticas y a sus entrenamientos personales para que ella hoy día logre su sueño, es lo máximo”, manifestó el exarmador ayer al cierra de una entrevista sobre su incursión en el cine con la película “The Greatest Beer Run Ever”, disponible en AppleTV+.

“Ella se dejó llevar, escuchó los consejos de mami y papi en todo este camino y hoy día al darle fruto su sacrificio, pues nos hace lucir a nosotros bien como padres, porque la pusimos en los caminos correctos, pero es algo que ella se ganó por mérito propio y estamos bien contentos”, puntualizó. “Nos faltan los otros dos por seguir encaminando”, agregó en referencia a Daniella y Carlos, también frutos de su matrimonio con su esposa Xiomara Escobar.

Arroyo, en tanto, compartió que con el Equipo Nacional de Baloncesto trabaja para la ventana del clasificatorio hacia la Copa del Mundo.

“Tenemos el compromiso de la ventana que prácticamente nos jugamos la clasificación en estos dos partidos en casa junto a Colombia y Uruguay. Estamos preparando y estructurando lo que es el equipo para darnos esa oportunidad de clasificar para el Mundial del 2023 el próximo verano”, dijo ahora desde su perspectiva como gerente general.

Compartió, inclusive, que aún le cuesta controlar las emociones e impulsos desde fuera de la cancha.

“Se me hace un poquito complicado el tener más paciencia, entender que los muchachos ven el juego de otra manera, pero trato de ayudar como mentor. Cuando se acaban los juego me siento con ellos, (a discutir) qué viste y cómo yo vi el juego, cómo ellos lo vieron y trato de ayudarlos, pero es un orgullo bien grande porque estoy devolviendo lo que el baloncesto y el Equipo Nacional me dio a mí en muchos años de gloria. Me enorgullece mucho estar aquí y poner mi granito”, afirmó el exarmador.