OAKLAND, California— Durante cinco meses, Draymond Green ha intentado bloquear las incesantes críticas de que su suspensión en el quinto juego de la serie final de la NBA le costó a Golden State un bicampeonato — al ser sancionado por lanzar un golpe hacia la ingle de LeBron James y que dio un vuelco a la serie en favor de Cleveland.

A la fecha, Green sigue dolido por no haber jugado, obligado a ver desde el vecino estadio de los Atléticos de Oakland, mientras sus compañeros luchaban por conseguir un título sin él.

Sin embargo, si James vuelve a pasar por encima de Green, como lo hizo en aquel aguerrido cuarto juego, el emotivo y explosivo alero de Golden State sabe que pocas cosas evitarían que respondiera. Tal vez no con otro agarrón a los pantaloncillos de James, pero sin duda algo que le deje saber al superestrella de los Cavaliers que no le puede faltar al respeto.

"Con la situación de LeBron en la final, no, no es algo que deje atrás porque nunca voy a dejar que nadie pase por encima de mí. Ahora, ¿aprendí de ciertas situaciones? Sin duda", reconoció Green durante una reciente entrevista con The Associated Press. "Pero decir que alguien va a pasar por encima de ti y pisarte el hombro y tú no vas a reaccionar, no, no soy una persona suficientemente perfecta para decir que no voy a responder".

Green es una de las figuras más auténticas en el deporte profesional, y esta temporada, su consistencia, versatilidad y juego de equipo le han permitido a los Warriors integrar a Kevin Durant a la perfección.

Aunque una serie de incidentes fuera de temporada obligaron a Green a aceptar ciertas responsabilidades, nunca sentirá la necesidad de explicar sus acciones dentro de la cancha.

Green no espera que los aficionados entiendan su comportamiento dentro del juego, "porque posiblemente no sean tan apasionados sobre algo como yo lo soy por este deporte".

Tampoco le molestan las críticas sobre la manera en que hace su trabajo — enseñando los músculos, hablando mal del rival y todo lo demás. La pasión de Green no tiene igual, e insiste en que la mayoría de las personas tal vez nunca experimenten la energía y el amor por algo como lo que él siente por el basquetbol.

"Cuando uno ve el mundo, alrededor del 90% de las personas se conforman con la mediocridad", señaló Green. "Yo odio la mediocridad. Algo que he aprendido es que no puedo esperar que los demás entiendan como me siento sobre algunas cosas, porque ellos están conformes con su mediocridad. Yo no. Se mediocre me lastima, me hiere en lo más profundo".

Esa determinación lo impulsa a darlo todo noche tras noche, sin importar quién lo acompañe en la cancha.

Segundo en las votaciones a Jugador Defensivo del Año las últimas dos temporadas, Green sigue siendo aquel de las jugadas oportunas, como el desviar el pase de entrada de los Bucks en el triunfo del sábado 124-121, cuando Milwaukee tenía la oportunidad de empatar el partido a 10 segundos del final.

Desde el primer día de la temporada, el entrenador Steve Kerr dijo que Green enfrentaba el ajuste más complicado ante la adición de Durant. En lugar de eso, Green sigue haciendo de todo, incluso si sus anotaciones se han reducido.

Él no lleva la cuenta. Green no busca triples-dobles, o sabe cuántos puntos lleva o compara sus disparos con Stephen Curry, Klay Thompson o el mismo Durant. Green puede jugar todas las posiciones y se enorgullece de atender los puntos finos: ir tras los rebotes, crear oportunidades para sus compañeros, colocar la pantalla perfecta, ir al piso por un balón suelto.

"Es por eso que es uno de los mejores jugadores del equipo, porque puede ajustarse a cualquier situación", dijo el base Ian Clark, "y eso no le molesta".