A veces, una victoria logra olvidar un defecto que a todas luces sigue presente en el juego del estelar LeBron James.

En el verano del 2010, James dijo que iba a “llevar sus talentos a South Beach”, pero parece que se le olvidó empacar en la maleta el elemento del clutch, que es tan importante para ganar los partidos cerrados.

James estuvo espectacular en el triunfo de los Heat el domingo contra los Bulls de Chicago al anotar 35 puntos, con 11 rebotes y cinco asistencias, pero nuevamente le entró “él frío olímpico” al fallar dos tiradas libres que hubiesen sellado el triunfo de Miami antes de que pasaran un susto con un último intento de empate por parte del armador de Chicago, Derrick Rose.

El LeBron que se luce por espacio de tres parciales, con canastos y donqueos espectaculares, se ha convertido en un mero espectador cuando las millas cuentan.

Lo raro de esto es que James tuvo sus momentos grandes de ejecución mientras militaba con los Cavaliers cuando consiguió 25 puntos seguidos contra los Pistons en el quinto juego de la Final de la Conferencia en el 2007.

De igual manera, encestó un espectacular triple contra Orlando en los playoffs del 2009 para vencer a los Magic en el segundo partido de la serie.

Pero desde aquel famoso juego contra los Celtics de Boston en la postemporada del 2010, en el que James simplemente se quedaba en las esquinas mirando a sus compañeros jugar, se le ha cuestionado al dos veces Jugador Más Valioso si tiene lo necesario para lucir en los momentos de presión.

¿inmadurez, fatiga o miedo escénico?

Muchos conocedores del baloncesto argumentan que James, a pesar de ser un canastero de 27 años, 6'8” y 250 libras, con ocho temporadas en la NBA no tiene la madurez que se requiere para superar los momentos de presión.

La final pasada contra Dallas fue un vivo ejemplo al promediar sólo 17.8 puntos por juego en la serie, muy por debajo de los 26.7 que realizó en la fase regular, siendo la mayor discrepancia en promedio de serie regular y final en la historia de la liga, según Elias Sports Bureau.

La misma situación se ha trasladado a la actual temporada. En una gira reciente por la costa oeste, James tuvo números estelares contra Golden State al encestar 26 tantos con 11 rebotes y siete asistencias, pero falló el tiro del empate en el tiempo suplementario.

Al día siguiente, en Los Ángeles, James demostró que no tiene nervios de acero al fallar tres de seis tiradas libres en el minuto y medio final, que fue determinante para que Miami perdiera en tiempo extra contra los Clippers. En total, en el partido se fue de 9-17 desde la línea de los suspiros.

El pasado domingo contra Chicago, James estuvo fenomenal por los primeros tres parciales, pero en el momento clave volvió a fallar los tiros libres, aunque su equipo salió por la puerta ancha.

Tal vez James, una figura con amplia presencia en los medios, no ha podido superar lo que significa estar en el momento de la verdad y asumir responsabilidad a la hora de llevar a su equipo a la victoria.

Por otro lado, se podría argumentar que luego de jugar fuerte por mas de 40 minutos, esto le pasa factura a la hora de la verdad. Pero con el físico que tiene, eso haría dudar.

De ser cierto el último punto, esto no sería muy halagador para los seguidores de los Heat, que tienen a su jugador franquicia Dwyane Wade jugando lastimado.

De ello el propio Wade ha intentado “calmar” a su compañero en los minutos finales, sin mucho éxito.

El domingo, las caras de ambos valían un millón al ver cómo se tuvieron que fajar para ganar un partido que dominaron la mayor parte del tiempo.

Si LeBron no aprende a ejecuar en el clutch, podrían ser muchas las caras largas en Miami al final de la temporada.