Ya los celtics de Boston pueden ir comprando el champán de celebración y ponerlo a enfriar en la nevera.

Para tener alguna oportunidad real de conquistar el campeonato de la NBA, los Lakers de Los Ángeles estaban prácticamente obligados a ganar sus tres partidos consecutivos en casa, pero al desperdiciar una ventaja de 24 puntos en el cuarto desafío y caer atrás en la serie, 3-1, sus posibilidades de remontar esa desventaja parecen sucio difícil, sobre todo, si se considera que los últimos dos partidos posibles serán en Boston.

No es lo mismo regresar a Boston arriba en la serie con ventaja de 3-2 y con dos turnos al bate para ganar, que estar atrás 1-3 con obligación de ganar el quinto partido en casa y luego tener que ganar los otros dos en Boston.

¡En qué lío se han metido los Lakers!

Pero lo peor de todo es que los Celtics ya tienen leído a Kobe Bryant y a la ofensiva triangular de los Lakers, la cual lució bastante defectuosa durante los últimos 16 minutos del cuarto juego, cuando la defensa de Boston sólo les permitió 21 puntos.

Los Celtics, a su vez, produjeron 47 puntos durante ese transcurso de tiempo para venir de una desventaja de 70-50 y ganar 97-91.

¡Hedge! (“Cerco”)

Ésa parece ser la palabra favorita del dirigente de los Celtics, Glenn “Doc” Rivers.

Sus pupilos la ejecutaron a la perfección en la segunda mitad del cuarto partido.

La estrategia implica que los jugadores defensivos no se queden pillados en la cortinas, particularmente el pick-and-roll que los Lakers gustan implementar cerca del área de la bomba para liberar a Bryant y que éste pueda penetrar al canasto con mayor facilidad.

Para crédito de los Celtics y su férrea defensa hombre a hombre con vertientes de zona matchup, al negarle a Bryant el pick-and-roll y ajustar en otras áreas, la ofensiva de los Lakers se murió.

El problema es que los Lakers no tenían a nadie que se posteara en la pintura, a excepción de Lamar Odom en contadas ocasiones, para despejar el perímetro.

¿Y Pau Gasol? Bien, gracias. Su ofensiva en la pintura brilló por su ausencia cuando los Lakers más la necesitaban.

Los jugadores de Los Ángeles tampoco estaban efectivos en sus triples. La puntería de Bryant, Derek Fisher y Sasha Vujacic desapareció.

La única opción que quedaba era penetrar al canasto y tratar de crear algo.

Sin embargo, los Celtics, cerraron el medio con efectividad y supieron leer que a Bryant le gusta penetrar uno contra uno con mayor frecuencia por el lado izquierdo, obligándolo a tener que deshacerse de la bola o a tomar tiros forzados una vez cayera en la trampa ante dos jugadores que se le plantaban de frente.

Lo preocupante es que el dirigente de los Lakers, Phil Jackson, se quedó sin respuestas para lo que Boston le estaba recetando y la debacle se consumó mientras su equipo lucía prácticamente impotente en ofensiva.

Kobe sin ayuda

La parte más irónica de todo el asunto es que cuando Bryant está jugando más desprendido, su equipo ha perdido.

En el primer desafío tuvo seis asistencias y perdieron. En el segundo juego tuvo ocho y el mismo resultado.

Ahora, en el cuarto partido, realizó 10 -que es algo no tan común de su parte- y también salieron trasquilados.

Cuando metió 36 en el tercer juego y sólo hizo una asistencia, entonces ganaron.

¿Quién explica esto?

Quizás la clave está en que sus colegas aportan por rachas, pero cuando las millas cuentan, sólo Bryant está ahí para meter el canasto clave.

Sólo en el tercer partido, cuando Vujacic le hizo coro en ofensiva durante el clutch luego que los Celtics abacoraran defensivamente a Bryant, fue que los Lakers pudieron prevalecer.

En otras palabras, tiene que surgir alguien más que no sea Bryant para meter la bola en los minutos cruciales del partido, porque los Celtics harán lo imposible porque él no produzca en esos momentos que cuentan.

La estrategia ha dado resultado y los triples de Bryant que antes les salvaban el pellejo a los Lakers no llega.

De hecho, Bryant tira para un miserable 18% desde la línea de tres puntos (11-2 ) en lo que va de la serie.

Boston, por el contrario, ha contado con muchos héroes en el clutch. Cuando no es Kevin Garnet en el poste bajo, es Ray Allen que lo hace con uno de sus triples o una penetración al canasto. Sino, viene Paul Pierce con la misma estrategia que produce Allen.

Hasta James Posey, Leon Powe y Eddie House viniendo del banco han metido la bola cuando el juego está en la línea.

¿Qué pasará ahora?

Si los Lakers desean meterse de lleno en esta serie final y no irse con las manos vacías de regreso a casa, sus jugadores complementarios tienen que elevar su nivel de juego en todas las facetas y jugar con mayor energía que sus contrapartes.

Su defensa ha decepcionado. Frente a los Spurs de San Antonio crearon muchos canastos producto de los tiros errados y los turnovers contrarios. Ante Boston no se ha visto la misma intensidad. Si eso no cambia, su permanencia en la serie podría no durar más de dos juegos.

Por el contrario, son los Celtics los que más están joseando en defensa, los que se ven con mayor hambre de triunfo y a los que no les tiembla el pulso cuando hay que meter la bola en los momentos cruciales.