Cuando a inicios del mes de abril se anunció la clase de 2013 del Salón de la Fama del Baloncesto, la prensa estadounidense dirigió mucha de su fanfarria a la elección de los ex canasteros Gary Payton y Bernard King y de los dirigentes Rick Pitino y Jerry Tarkanian.

Pero en las últimas líneas de cada nota apenas se mencionó el nombre de quien para muchos debía ser el exaltado de mayor notoriedad en esa clase: el brasileño Oscar Schmidt.

¡Y no es para menos!

Schmidt, apodado “Mano Santa” por su fina puntería, es el mejor anotador en la historia del baloncesto con un total de 49,737 puntos acumulados entre sus compromisos en clubes en Europa y Brasil y su notable participación en competencias internacionales.

De hecho, ni siquiera Kareem Abdul-Jabbar, el líder anotador de todos los tiempos en la NBA (38,387 puntos), se le acerca, aun cuando se le suman sus puntos en la NCAA con UCLA (2,325, lo que totalizaría 40,612 puntos en su carrera, lo que tendría 9,125 puntos menos que Schmidt).

“Oscar es el tirador de mayor instinto asesino que haya visto en mi vida. Lanzaba con una confianza extraordinaria y tenía una puntería espectacular. Podía venir en un fastbreak de tres contra uno y, si cogía el balón solo desde la línea de tres puntos, la zumbaba sin pena. Para él, eso era como una güirita”, dijo el ex centro boricua José “Piculín” Ortiz, quien enfrentó a Schmidt varias veces a fines de la década de los 80 e inicios de los 90.

“Además, tenía una ética de trabajo extraordinaria. Practicaba 1,000 tiros al día. Nadie hace eso, y en Puerto Rico menos. Quizás el que más se le acerca aquí es Larry Ayuso, que me consta que hace como 300 tiros al día de práctica”.

Máquina de puntos

Dicha capacidad anotadora ayudó a Schmidt a ser el líder anotador de todos los tiempos en las Olimpiadas (jugó en cinco para promedio de 28.8 puntos) y en los Mundiales FIBA (jugó en cuatro para promedio de 24.1 puntos). Tiene el récord de mejor promedio de puntos en unos Juegos Olímpicos (41.9 por juego en Seúl 1988) y de mayor cantidad de puntos en un juego (55 en 1988).

También encabezó la liga de Italia (División I) en anotaciones en siete temporadas –incluyendo una de 44 puntos por juego en 1991– , la de Brasil en ocho ocasiones y la de España una vez.

“Oscar era la versión de Larry Bird de FIBA”, opinó Leandro Ginóbili, hermano del canastero de los Spurs de San Antonio Emanuel Ginóbili y quien estuvo en Puerto Rico durante el Final Four de la Liga de las Américas.

“Fue el mejor lanzador de su era y quizás de todos los tiempos. Durante su paso por la selección de Brasil, era casi imposible para Argentina poderles ganar”.

Hasta Estados Unidos tuvo dificultades con Brasil en esos años. Brasil se impuso en el juego por la medalla de oro de los Panamericanos de 1987 en Indianápolis y en ese partido Schmidt explotó para 46 puntos ante un quinteto anfitrión que incluía a figuras como David Robinson y a Danny Manning, entre otros.

Precisamente, su orgullo de vestir la franela brasileña fue lo que lo mantuvo fuera de la NBA a pesar de ser escogido por los Nets de Nueva Jersey en el 1984, pues no fue hasta inicio de la década de los 90 que los jugadores profesionales tuvieron luz verde para jugar en torneos internacionales. Además, la danza de los millones en la NBA aún no había llegado a esa liga en la década de los 80 y Schmidt ganaba buen dinero en Europa.

Orgullo de Brasil

La exaltación de Schmidt es la tercera para Brasil y para toda América Latina. Los únicos otros dos latinos exaltados por el Comité Internacional del Salón de la Fama Naismith son la jugadora Hortencia Macari en 2002 –una de las féminas más exitosas del deporte – y el ex pívot Ubiratan Pereira Maciel en 2010, quien jugó en cuatro Juegos Olímpicos (incluyendo bronce en 1964).

“Para nosotros en Brasil, es uno de los grandes y, para mí, es un muy merecido homenaje”, dijo el delantero carioca Guilherme Giovannoni a Primera Hora. “Oscar es un ejemplo a seguir por lo mucho que entrenaba. Yo llegué a jugar en su contra cuando ya estaba en sus últimos años y aun así era un dolor de cabeza para defender”.

Schmidt, que se inició en el deporte en el 1974, jugó hasta el 2003 y se retiró a la edad de 45 años. En el 2010, fue exaltado al Salón de la Fama de la FIBA, tres años antes que lo hiciera Naismith en Estados Unidos.