Las bajas han sido numerosas en muy poco tiempo.

David Huertas en febrero de 2020, Ángel Rodríguez en enero de este año, Alexander Franklin en abril, y Javier Mojica y Ramón Clemente en mayo, todos anunciaron su retiro de la selección nacional de baloncesto de Puerto Rico. Todos fueron al Mundial del China de 2019.

Entonces, de cara al repechaje olímpico en Serbia, a donde se irá a intentar una clasificación para Tokio 2020, ni José Juan Barea, quien inicialmente había dado señales de que asistiría, ni Shabazz Napier, quien se unió a la escuadra para las ventanas del AmeriCup, estarán disponibles para sudar la camiseta.

Hay varias maneras de mirar el asunto. Está la de pensar que el momento del relevo generacional llegaría tarde o temprano y que vienen jugadores con mucho potencial que deben comenzar a obtener experiencia. Y está la de preguntarse qué es verdaderamente lo que está pasando dentro de las filas del equipo nacional de baloncesto.

“Si lo ves sin analizarlo mucho, aparentemente hay un malestar. Hay un malestar de los jugadores en el núcleo de la selección. Yo no me voy a ir de boca como han hecho otros de que el malestar es con Eddie (Casiano, dirigente), pero aparentemente el malestar que hay puede más que los deseos de jugar. Son demasiadas bajas a la misma vez y eso es un indicador de que hay algo que hay que corregir”, expresó el excanastero y comentarista Javier Rolón.

Según éste, aunque la esperanza de ir a un repechaje siempre es clasificar, en su opinión aun con todos los jugadores disponibles, a Puerto Rico se le haría muy difícil clasificarse a las Olimpiadas en un repechaje en que, del 29 de junio al 4 de julio participarán además República Dominicana, Italia, Filipinas, Senegal y el anfitrión, Serbia. Solo el campeón logrará su espacio en Tokio 2021.

Así que al momento, lo ve como una buena oportunidad de darle experiencia a los talentosos jugadores nuevos que “están locos por estar con la selección. Las bajas maltrataron al equipo. Pero no es ni la primera selección ni el primer país que pasa por una transición. Siempre doy el ejemplo de Brasil, que siempre ha sido una potencia, tuvo una época en que bajaron de nivel y todo el mundo le ganaba y volvieron a recuperar su sitial”.

La decisión de Barea de no participar sorprendió mucho a Rolón porque él, personalmente, sabe que Barea es “un fiebrú” del baloncesto cuyo compromiso por Puerto Rico es conocido públicamente. Lo atribuyó a la edad de Barea, al momento de su carrera en que se encuentra y a la falta de tiempo con su familia.

“Ya él no puede jugar 11 meses en el año. Choca porque él siempre ha dicho que su meta era ir a una Olimpiada y entonces qué más que estar en la cancha tratando de lograr el objetivo”, opinó Rolón.

Por su parte, el técnico Tony Ruiz, comentó que pensaba que el pase de batón llegaría en otro momento, no antes de un preolímpico. Pero entiende que hay que arar con los bueyes que hay, y aunque el staff de la selección tendrá mucho trabajo en sus manos, llegó el momento de darle minutos de juego y roces internacionales a los jóvenes veteranos del combinado y a las nuevas cepas.

“Es un tema bien delicado. Uno no sabe ni los porqués y ni quiere saber”, comentó Ruiz. “La realidad es que siempre se dice que ponerse esa camisa es un orgullo y yo estoy seguro de que todos esos jugadores se la pusieron con mucho orgullo, pero ya no están. Así que hay que buscar a 12 que se la pongan y nos representen dignamente”.

“Esa decisión que cada cual haya tomado se le respeta y yo personalmente en vez de tratar de averiguar porque no están jugando les daría mi agradecimiento a cada uno de ellos por sudar la camisas”, continuó. “Pero totalmente, es un golpe grande. Yo jamás pensé que en un repechaje, que es el medio para la clasificación a unas Olimpiadas, estaríamos pasando lo que estamos pasando. Al contrario, pensé que esta sería la última competencia que definiría el futuro de nuestra selección”.

En cuanto a la decisión de Barea, Ruiz también describió al mayagüezano como “un fiebrú”, y argumentó que su decisión tal vez tenga mucho que ver con el año difícil que le ha tocado vivir luego de haberse preparado para jugar en la NBA y ser licenciado por Dallas, su paso por el baloncesto español en medio de la pandemia y los largos meses que pasó alejado de su esposa y sus hijos.

“Esos son los sacrificios que no vemos. Detrás de esa figura hay un padre, una familia completa. Pasan muchas cosas que no se ven”, finalizó Ruiz.