La decisión emitida el pasado sábado por el director de torneo del Baloncesto Superior Nacional, Lic. José Solá González, de permitir al importado de los Piratas de Quebradillas, Thomas Robinson, ser reactivado tras cumplir en su juicio una suspensión de 15 partidos desde una posición como jugador inactivo ha generado múltiples reacciones en el ámbito de básquet boricua pero al momento nadie ha pretendido protestar dicha decisión.

Al menos así lo ha constatado Primera Hora tras conversaciones con el apoderado de los Leones de Ponce, el coapoderado de los Vaqueros de Bayamón y el gerente general de los Capitanes de Arecibo. En conversación con este medio, Gerardo Misla, Melvin Román y Ángel Edgardo García admitieron que la decisión amerita análisis para entender si la interpretación que realizó Solá González surge porque existan lagunas o puntos contradictorios en los reglamentos del BSN. Más aún apuntan que la decisión puede sentar unos precedentes importantes a considerar.

“Yo le escribí al directo de torneo para que comparta los criterios que tuvo para tomar su decisión; para saber o entender si hay algo en el reglamento que no sé o no entiendo. Mi pregunta básica es si no estaba activo, cómo cumplió el castigo”, precisa Román, quien ha indicado que protestará cada juego que los Vaqueros jueguen ante los Piratas con Robinson en cancha si no recibe una información de parte de Solá González que lo convenza.

Román, quien es agente de peloteros como Yadier Molina, quien de paso es el apoderado de los Vaqueros, explicó que en la pelota pueden darse casos de un jugador que se vea obligado a cumplir una suspensión inactivo, como pudiera ser que un jugador agente libre reciba una suspensión de 80 juegos por violar la política el uso de sustancias prohibidas. En su caso, el pelotero comenzaría a cumplir sus suspensión sin contrato cuando el equipo para que jugó antes de la suspensión comience a jugar su temporada. Pero Román apunto, “eso es algo que está debidamente reglamentado, bien definido”.

Para Misla, la manera de ver lo determinado por Solá González es que su interpretación y decisión se debe haber basado en lagunas o contradicciones que pueden existir en los reglamentos del BSN, los que ameritan ser atendidos y enmendados, si fuera necesario, en la temporada muerta.

“Entiendo que la decisión de la liga es controversial, pero ahora mismo el mensaje que manda es que tenemos que atender las enmiendas al reglamento porque hay áreas grises. Y si queremos que la liga y los directores puedan tomar decisiones no controversiales pues es necesario que el reglamento pueda respaldar sus decisiones”, precisa Misla, apuntando que la liga no solo tiene un reglamentos sino varios que interactúan uno con otros, como lo es el reglamento general, el reglamento de torneo, el reglamento de disciplinas y el código de disciplina.

Misla destaca que si bien hoy en día pueden haber diferentes opiniones, unas a favor y otras en contra de la decisión de Solá González, él acata la decisión porque el director de torneo es la persona a quien la liga eligió y le paga para interpretar el reglamento.

“Si el reglamento se contradice, alguien tiene que poder interpretarlo y al que escogimos es el director de torneo. Puedo estar en descuerdo con alguna de sus interpretaciones y a favor en otras. Pero al fin de día respeto su decisión. Y espero que al final del torneo trabajemos para arreglar lo que esté mal. Será necesario que hagamos reuniones para ver lo aprendido, los precedentes”, abundó Misla, quien dejó claro que no estaba de acuerdo con que los Piratas tuvieran que pagar las consecuencias del castigo de un jugador por un acto personal de este y no una política o visión de todo un equipo.

El incidente comenzó con una fuerte falta de Windi Graterol a Danny Santiago. (Suministrada)
El incidente que desencadenó en la suspensión de Windi Graterol en el 2013 comenzó con una fuerte falta deGraterol a Danny Santiago. (Suministrada)

Un nuevo precedente

El gran inconveniente, sin embargo, es que en el pasado algunos equipos sufrieron el precio de perder a un jugador sin poder reemplazarlo o que incluso hay al menos un canastero que no pudo regresar a jugar en Puerto Rico porque sobre sus costillas pesa una suspensión de 20 juegos nunca cumplida como jugador activo.

De eso dio fe el gerente general de los Capitanes, cuyo equipo tuvo que jugar un séptimo juego de serie final en el 2008 ante los Gigantes de Carolina sin el importado Rodney White, e igualmente perdió en el 2013 a su importado venezolano Windy Graterol, cuando fue sancionado por 20 partidos por sostener una pelea con Daniel Santiago en el pasillo hacia los camerinos del Coliseo Rubén Rodríguez y tras haberse dado una fuerte falta del venezolano al boricua en la cancha. La respuesta obligada de Arecibo en aquella ocasión fue reemplazar a Graterol, quien a la larga no pudo pisar nuevamente el BSN porque en el pensamiento colectivo estaba la idea de que tendría primero que cumplir 20 juegos de suspensión, algo que tal vez ahora ni es así.

“Pienso que conforme a la experiencia que yo tuve, mi propia y personal, con un jugador mío que fue suspendido y no ha podido tirar una bola más en Puerto Rico, alguien se equivoco. Mi conflicto es lo que dice el reglamento y lo que ha ocurrido. Si el reglamento dice que debe cumplir el castigo en el roster… no lo cumplió. Pero esa decisión no me correspondía protestarla a mí, salvo el juego que jugó contra nosotros y que así hicimos sin que fuéramos favorecidos”, destacó García.

La circunstancia que rodea el caso es muy interesante. En entrevista con Primera Hora el pasado sábado, Solá González explicó que al atender el caso de Robinson escogió un castigo de 15 juegos de suspensión y una multa de $3,000, esto bajo el principio jurídico del deporte internacional conocida como regla de proporcionalidad. La misma faculta dar un castigo que sea justo a un caso cuando un reglamento no provea una alternativa ajustada a la proporcionalidad del castigo. Explicó que el reglamento del BSN lo facultaba para expulsar a Robinson del torneo o multarlo en $3,000, lo que a su entender era excesivo en el caso de una expulsión y una multa insignificante en la cantidad reglamentada para la falta cometida por el jugador.

Éste además dejó claro que el castigo siempre se concibió para ser cumplido por el jugador y no por el equipo, por lo que así se consideró que el canastero cumplió la cantidad de juegos al estar inactivo tanto en Puerto Rico como en el exterior durante ese tiempo.