San Francisco. Jordan Poole marcó un triple en el último segundo de un cuarto desde casi la mitad de la cancha y Stephen Curry hizo un esfuerzo a propósito por atrapar su mirada, y ese gesto de celebración dijo mucho sobre el orgullo que siente el veterano armador por su joven compañero de equipo.

Curry expresó tanta alegría porque Poole conectó el asombroso tiro de extra larga distancia como si lo hubiera hecho él, la superestrella que ya tiene una alta cuota de triples lanzados y marcados de zonas bien distantes. Ese es Stephen Curry: nunca deja que su ego se interponga en el camino del éxito de Golden State.

Relacionadas

Curry como quiera hizo su proeza al anotar 29 puntos para llevar a los Warriors a una victoria de 107-88 en el segundo juego de la Final de la NBA contra los Celtics el domingo por la noche, igualando a 1-1 la serie al mejor de siete y que se traslada ahora a Boston para el tercer juego el miércoles a las 9:00 p.m. por ABC.

Curry aplaudió a Poole por mantener el impulso de cara al último período.

“Ese fue obviamente un gran impulso para encender la multitud”, dijo Curry. “Puso un signo de exclamación a ese gran tercer cuarto que tuvimos”.

Curry, de 34 años, acepta vivir en un estado constante de reflexión, sin mencionar el equilibrio que hace como padre de tres niños pequeños, mientras que de alguna logra mantener su mente muy enfocada en el momento que tiene de frente.

Reflexionando sobre lo lejos que ha llegado, desde que fue seleccionado en primera ronda desde Davidson College, siendo de un tamaño bajo promedio, y viviendo una cuota de temporadas de muchas derrotas al principio de su carrera, hasta el tener el notable ascenso que tuvo hasta convertirse en uno de los mejores de la historia de la NBA, Curry regularmente acepta las loas con mucha gratitud.

“Lo he dicho muchas veces, Steph me recuerda mucho a Tim Duncan”, dijo el entrenador Steve Kerr. “Cuando jugué con Timmy, había la misma vibra, esta increíble y auténtica humildad, humor y alegría detrás del telón del escenario. Luego, francamente, una verdadera arrogancia en la cancha, como si quisiera decir ‘Soy el mejor jugador aquí’. Es el tipo perfecto de líder, alguien con quien te sientes cómodo en el vestuario pero alguien con quien puedes contar para que te lleve a donde tienes que ir en el campo de juego”.

“Eso es lo que posee Steph. Es una combinación muy rara de cualidades. Pero es lo que lo hace especial”.

Curry exhibe esa humildad en la forma en que se ocupa de sus asuntos diarios sin preocuparse de cuántos puntos anota de noche en noche, las asistencias que reparte o los brazos que flexiona frente a los fanáticos que lo adoran y gritan “¡M-V-P!” ante cada oportunidad.

Y Curry disfruta el proceso de ayudar a los jugadores jóvenes de los Warriors a encontrar su camino, para esta postemporada y mucho más allá.

A principios de este año, el recién coronado líder de triples de todos los tiempos se deleitó con la atención que brilló sobre su compañero de equipo Andrew Wiggins cuando obtuvo la primera selección de su carrera al Juego de Estrellas y fue nombrado titular de la Conferencia Oeste.

Esa naturaleza desinteresada se remonta a años. Cuando Kevin Durant llegó con gran fanfarria en 2016, Curry se quedó en un segundo plano y permitió que Durant encontrara su lugar en un nuevo equipo. Fue un gesto importante que finalmente terminó con dos campeonatos juntos y los honores de MVP de las finales consecutivas para KD.

“Todo comienza con Steph. Cuando KD estaba aquí, nuestra ofensiva aún comenzaba con Steph”, dijo Draymond Green. “Así es como va a ser”.

De vuelta en la fase final por sexta vez en ocho años, es hora de que Curry lleve de nuevo a los Warriors. Pero estará encantado de ver a Poole conectar otro tiro de 39 pies, de que Kevon Looney irrumpa en las tablas para crear segundas oportunidades en el cristal ofensivo, o de que Wiggins asuma una de las asignaciones defensivas más difíciles, como marcar a Jayson Tatum.

“Recuerdo dónde comencé y todo el viaje. Te lo recuerdas a ti mismo todos los días. Ir desde la escuela secundaria hasta tu primer Juego de Estrellas, es un viaje, y uno recuerda todo lo que tenía que salir bien en tu vida y en la cancha para que eso sucediera”, dijo Curry. “Nunca me dejo engreír demasiado en ese frente. Así es como vivo mi vida. Entonces, todo lo vivo en términos de aprecio y gratitud. Valoras todas las experiencias que tienes, todo lo que pasas, y sigues construyendo sobre eso, y generalmente suceden cosas buenas porque aprecias todo, pase lo que pase”.

Y si Curry y compañía pueden ganarlo todo una vez más, se unirá a una lista repleta de estrellas de jugadores con dos o más MVP y cuatro títulos ganados en la liga. La misma incluye a Kareem Abdul-Jabbar, Michael Jordan, Bill Russell, LeBron James, Magic Johnson y Duncan.

Green ha admirado durante mucho tiempo cómo Curry nunca deja que la atención que rodea su propio estrellato afecte nada de lo que este grupo logra, ni busca ser tratado de manera diferente. Y Curry aceptó la responsabilidad cuando las cosas no salieron bien durante la terrible temporada en la que el equipo jugó para 15-50 en la recortada campaña de hace dos años, la que fue afectada por la pandemia y la ausencia del lesionado Klay Thompson.

“Establece un gran tono en ese sentido porque nunca se te va a acercar a decir ‘Se supone que debes mirarme de esta manera’, lo que a su vez terminas mirándolo más de esa manera”, dijo Green sobre el nivel de respeto. “Creo que cuando tu líder y la cara de tu franquicia es así, no tienes más remedio que ser así. ¿Qué es tu ego comparado con el de él? ¿Por qué a alguno de nosotros nos importaría si tú tienes un ego y él no? Así que creo que definitivamente marca la pauta, no solo para los jugadores sino para todos en esta organización y la forma en que todos operan”.