En Yabucoa comenzó a dar sus primeros swings, allí se ensució el uniforme y las manos aprendiendo a jugar béisbol.

Desde los cinco años participó en las Pequeñas Ligas de ese Municipio y vivía admirando al equipo Doble A de los Azucareros de Yabucoa. Tanta fue la pasión y entrega de Carlos F. Dávila, que en el 2006 logró vestir los colores de la novena y, aunque luego de eso continuó su carrera en varios equipos de la sección (Las Piedras y Maunabo), el corazón lo trajo de regreso a casa el año pasado.

“Es un orgullo poder jugar en Yabucoa porque me desarrollé en las pequeñas ligas de mi pueblo y siempre fui fanático del equipo Doble A donde juego actualmente. Es una satisfacción poder representar al pueblo que me vio nacer en el deporte”, expresó el pelotero.

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El hecho de sentirse en casa, además de orgullo, también suele generar presión adicional a la que ya existe en el juego.

“Siempre está la presión de jugar bien porque la fanaticada de Yabucoa es bien exigente con sus peloteros. Nos piden que demos el 100% y esa presión de que salga todo bien está presente”, expresó el jugador.

Precisamente su equipo y su pueblo le vio la noche del domingo, 5 de marzo, enfrentar la presión y conectar un cuadrangular en la novena entrada para darle un dramático triunfo a los Azucareros 4-2 sobre los Jueyeros de Maunabo.

“El dirigente me dio la confianza de venir a batear en esa última entrada. Salimos a dar el máximo y, gracias a Dios, salió todo como lo planificamos. No soy el héroe, el héroe es Dios que nos da la oportunidad de estar bien y poder jugar el deporte”, indicó Dávila.

A pesar de que Dávila ha jugado en el outfield desde pequeño, debido a su habilidad para correr bien hacia la bola y “fildear bombos”, este año su encomienda con Yabucoa lo sacó de su zona de confort.

“El rol que estoy desempeñando como bateador emergente es un poco difícil porque a veces puedes coger el turno bien temprano en el juego como puede que te toque tarde y que estés frío. Pero el dirigente se sentó y nos explicó el rol de cada uno. Entiendo que la clave del éxito es que cada jugador asimile su rol y lo pueda ejecutar al 110 por ciento. Puede que, mientras siga corriendo la temporada, los roles vayan cambiando porque el deporte es impredecible. Pero, por el momento, tenemos este rol y hay que ejecutarlo para ayudar al equipo a seguir con la victoria”, aseguró Dávila, quien labora como trabajador social del Instituto de Banca y Comercio de Humacao.

Con mucha madurez deportiva, Carlos espera el momento en el que su equipo, su fanaticada y su pueblo lo necesiten para dar el máximo y tiene una sola encomienda en mente.

“El año pasado llegamos campeones de la sección sureste y nos eliminamos en el final four con Cidra (Campeones del Béisbol Doble A). Ese fue mi primer campeonato seccional y lo que tengo es hambre de llegar campeón de la Liga, pues Yabucoa no llega a una final desde el 2004 cuando perdimos el campeonato con Fajardo”, rememoró.

La encomienda es ardua tanto para Dávila como para el resto de los Azucareros, ya que la fanaticada de Yabucoa no prueba el dulce sabor del campeonato desde que su equipo logró tres títulos al hilo en los años 1994,1995 y 1996. ¿Llegará el dulce sabor de la victoria este año? ¡Azúcaaaa!