Clemente fue más que un pelotero
Osvaldo Gil y Ramiro Martínez consideran que en la Isla hay que rescatar la imagen humanitaria del astro boricua.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 13 años.
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Tres mil imparables, 15 Juegos de Estrellas, 12 Guantes de Oro, cuatro bates de plata, dos títulos de Serie Mundial, un premio de Jugador Más Valioso e innumerables memorias dentro del terreno de juego.
Eso es el legado deportivo que el carolinense Roberto Clemente dejó tras 18 años en el mejor béisbol del mundo.
En Puerto Rico, recordamos con mucho cariño la gran gesta del 30 de septiembre de 1972, cuando conectó limpiamente el doble que llevó a Clemente a ser apenas el undécimo jugador en arribar a la mítica cifra de los 3,000 hits, amén de ser el primer latino y el segundo negro en conseguirlo.
Sin embargo, para quienes verdaderamente conocieron a quien se considera como el máximo ídolo del deporte boricua, el hijo de Luisa Walker y Melchor Clemente fue mucho más que un extraordinario pelotero que defendía con ímpetu el jardín derecho del Forbes Field y el Three Rivers Stadium, en Pittsburgh.
“Aquí (en Puerto Rico) le dan más énfasis al atleta Roberto Clemente que al ser humano. Hablan de la muerte de él y la tragedia el día que se cumple. Hablan más de Roberto Clemente el pelotero, que Clemente el humano”, lamenta Osvaldo Gil, ex presidente de la Federación de Béisbol.
Fuera de Puerto Rico, Clemente es muy recordado y respetado por quienes fueron tocados por su labor filantrópica.
“En Nicaragua hay parques de pelota, escuelas, avenidas, hospitales, de todo, lo que tú no ves aquí”, señaló Gil al destacar cómo en otros lugares se honra más a Clemente el humanista, no solo al jugador.
Clemente se convirtió en un ícono mundial no necesariamente por su hit 3,000, sino por la manera en la que falleció el 31 de diciembre de 1972.
“Todos los países necesitan ídolos que hayan dejado un legado que haya enriquecido un país. Si tú puedes ser un ejemplo para el país y dejas un legado, que los que te conocieron se enriquecieron conociéndote y tratándote, pues tú eres un héroe nacional”, expuso Gil.
“Pienso que Roberto Clemente, el pelotero, se llenó de fama, pero el hombre se llenó de gloria”, agregó Gil, quien bajo su mandato como presidente federativo tuvo a Clemente como dirigente de la escuadra nacional en la Serie Mundial Aficionada que se celebró en Managua, Nicaragua, del 15 de noviembre al 5 de diciembre de 1972.
Para los que conocieron íntimamente a Clemente, su impacto en la sociedad fue un ejemplo digno a emular,tanto por sus logros en el deporte como en la ayuda al prójimo.
“La importancia para el país debería ser superior a la importancia que Clemente tiene en la historia del béisbol mundial y en la nación estadounidense, donde tiene la medalla del Congreso de Estados Unidos. Ingresó al Salón de la Fama sin esperar los cinco años”, dijo con orgullo el veterano periodista Ramiro Martínez, quien conoció a Clemente en Montreal en 1954.
“Yo era su confidente, su consultor, su amigo, su productor, todo lo que tú puedas adicionar. Llevo 63 años en la prensa en general, y nunca conocí a alguien de la estatura moral, humana, de la sensibilidad, caballerosidad y la decencia. Como Clemente, nadie”, expuso Ramírez, un ávido conocedor de la vida y obra del ex pelotero.
“Roberto Clemente significa, desde el punto de vista deportivo, tal vez el ídolo nacional más grande que ha tenido Puerto Rico. En el deporte, no creo que haya nadie que tenga el arraigo de ídolo nacional y el ejemplo para la juventud que tuvo Roberto Clemente”, agregó, por su parte, Gil, quien conoció a Clemente en 1952 cuando ambos jugaban en el béisbol Doble A.
El gran sueño de Clemente fue crear una ciudad deportiva en la cual se enseñara el arte del béisbol, pero dicha gesta quedó en el olvido.
“Fue un proyecto que se hizo realidad por el deseo de Roberto de enseñar a la gente a jugar béisbol. Pero por razones que desconozco, lo hicieron una ciudad de mucho deporte, cuando Roberto pensaba en una ciudad deportiva para ensenar a la gente a jugar béisbol”, dijo Gil.
“Si Luis Muñoz Marín hubiese estado vivo, yo te aseguro que Ciudad Deportiva pudo haber sido la más grande de América”, señaló Martínez.
Pero tristemente, ante el poco conocimiento de las nuevas generaciones, todo indica que en su propio país la figura de Clemente solo se menciona cuando nos referimos al coliseo que ubica en Hato Rey o al moderno parque que está en Carolina.
Pocos visitan las varias estatuas que hay de él en varias partes de Carolina y el cenotafio que rinde homenaje a su legado deportivo, filantrópico y humanitario con el respeto y honor que merece por su gran ejemplo y sacrificio de vida.
“En la nación americana hay 12 avenidas, tres bulevares, un centro de salud, un sello, 15 parques de béisbol y softball. Está el premio más grande que se otorga en el béisbol de Grandes Ligas, que es el premio al humanismo”, enumeró Martínez.
“¿Qué hay de Clemente en Puerto Rico? El coliseo, un parque de pelota y una estatua en Carolina...”, lamentó el periodista de origen cubano al evaluar que estas instalaciones en realidad no resaltan el verdadero significado que tuvo Clemente para su propio país.
Como dato curioso, días después del terremoto que destruyó gran parte de Nicaragua, Clemente montó un centro de ayuda para recoger artículos de primera necesidad en el estadio Hiram Bithorn, y cerca de dicha instalación se estaba construyendo un nuevo coliseo, el cual aún no tenía nombre.
“Un día estaba mirando el coliseo, al que le faltaban unas terminaciones y no lo habían inaugurado, y recuerdo que un día, mientras buscábamos el automóvil, miró el coliseo y (Roberto) expresa en voz alta: ‘¿Qué nombre llevará el coliseo?’. Él se preguntó, sin saber lo que iba a pasar”, recordó, por su parte, Vera Zabala, viuda de Clemente, en una entrevista reciente con este diario.
“Para los que conocen a un ser humano como Roberto Clemente, no necesitan que nombren a nada. Era un superdotado (en el terreno de juego) y ese es el que casi todo el mundo recuerda”, acotó, por su parte, Gil.
Más que instalaciones, carreteras o estatuas, en Puerto Rico se necesita concientizar a las futuras generaciones de la importancia de la figura humana de Clemente.
“Para los que conocimos a Roberto, ningún parque es necesario y ninguna avenida. Para los que vienen detrás, sí; por ejemplo, yo le he hablado a los nietos míos de Clemente”, aseveró Gil, un ex presidente del Comité Olímpico de Puerto Rico. “Somos nosotros mismos los puertorriqueños los que no le damos valor a lo nuestro. Eso es algo digno de estudio por sociólogos, psicólogos”, agregó.
Para Gil, una clase de historia en la que se hable de Clemente sería fundamental para que las nuevas generaciones puertorriqueñas le conozcan.
“(Pero) No ha habido un puertorriqueño de pura cepa como Roberto que sea secretario de Instrucción que diga: ‘Vamos a establecer historia de Puerto Rico, en la cual se cubra los aspectos de los muchos puertorriqueños que son famosos’”, señaló.
Por su parte, Martínez destacó que se podría hacer un museo con información relacionada con el astro boricua.
“Una sala prestigiosa con los plasmas para que lo vean hablar y correr, deslizarse. Para que vean a un Roberto Clemente en una Serie Mundial de 1970 que fue un genio que hizo de todo”, dijo Martínez, quien en su casa posee una buena colección de memorias y artículos sobre Clemente. De hecho, Martínez comentó que figuras como David Bernier (cuando era secretario de Recreación y Deportes) y Henry Neumann (secretario saliente) han pasado por su residencia para ver su colección sin llegar a ningún acuerdo. “Aquí ha desfilado todo el mundo, Bernier, Neumann, universidades, pero detrás vienen dos o tres que lo que quieren es ver cómo funcionan para ver cómo guisan”, lamentó.
Para nuestros entrevistados, la figura de Clemente trascendió generaciones en el exterior, y para nosotros es necesario reforzar esa parte de la historia del pelotero, para quien darle la mano al prójimo era primordial que dar un indiscutible que decidiera una Serie Mundial.
“Es un hombre que fue un ídolo nacional, un ejemplo alexionador y que al conocerlo, ya sea personalmente o de la historia que se escribe de él que lo conocieron, uno se enriquece como ser humano”, destacó Gil. “El que no conoció a Roberto Clemente el ser humano se perdió a uno mejor que el pelotero”.