Naguabo. En el patio trasero de la residencia donde se crió en el barrio Daguao, no hay indicio alguno de que el béisbol fuera el deporte en el que creció el lanzador de Grandes Ligas, Edwin “Sugar” Díaz.

En lugar de una lomita improvisada para lanzar, o de pelotas y guantes para hacerse tiradas, lo que abunda en la parte posterior del hogar de la familia Díaz Laboy son los picos, las espuelas y el montón de artículos para el cuidado de los 65 a 70 gallos de pelea que el pitcher de los Marineros de Sea-ttle tiene bajo la supervisión de su padre del mismo nombre.

Tal parece que esa afición explica su temperamento al treparse a la lomita de lanzar en cada partido con los Marineros o con el uniforme de Puerto Rico como ocurrió en el pasado Clásico Mundial de Béisbol.

“Los gallos son de raza y yo digo que yo tengo raza. En eso me puedo comparar con los gallos, en la raza”, dijo entre risas Díaz haciendo alusión a las situaciones de presión en que sube a lanzar al montículo en cada partido de Grandes Ligas, las que dice que disfruta.

“Desde pequeño mi papá siempre ha tenido gallos y las amistades de nosotros del barrio siempre han tenido gallos también. Pues me ha gustado y he seguido ese camino”, agregó el veloz tirador derecho de 23 años de edad, quien viene de su temporada consagratoria en apenas su segundo año en las Mayores, y su primero completo tras debutar en 2016.

Pero Díaz no esconde que su verdadera pasión está en ir a echar los gallos a pelear y en el juego de las apuestas.

“Estoy más en lo de jugar porque yo llego a Puerto Rico cuando la temporada (de las peleas) va a empezar. La temporada corre de noviembre a julio. En el momento que se castan los gallos, que es de febrero en adelante, yo estoy en Estados Unidos y mi papá es el que se encarga de castarlos y criar los pollos. Cuando yo vengo, ya están adultos así como están estos, y los vamos seleccionando para llevarlos a la gallera”.

Pero aunque disfruta más la parte del juego y las peleas, Díaz dijo que no pierde un sábado durante la temporada muerta del béisbol, sin dejar de ir a la casa de su padre a trabajar personalmente desde las 7:30 de la mañana con sus ejemplares.

Para el “Sugar”, quien viene de rescatar 34 juegos para los Marineros en 2017, con efectividad de 3.27, el deporte de los gallos es toda una tradición familiar que heredó de su padre, al punto de que ahora tienen su propio rancho desde hace dos años. Y tan pronto termina la temporada del béisbol en las Mayores en septiembre, la familia y los gallos se convierten en la excusa perfecta para retornar cada invierno a su tierra.

Ese hobby también le permite relacionarse con amistades y otros peloteros o expeloteros amantes de los gallos. Tan es así que este lunes se encontrará en una gallera con su compueblano receptor de Grandes Ligas, Martín “Machete” Maldonado.

“Martín tiene sus gallitos también. El lunes tenemos una jugada, que es la de los Peloteros contra los Galleros en el Coliseo de San Juan (en La Muda de Caguas). Él llevará sus gallitos y yo los míos, para pelear con cualquiera que esté allí”, agregó Díaz.

“Joseph Colón (lanzador) también tiene gallos. En República Dominicana los peloteros tienen gallos, y en Panamá Carlos Ruiz (receptor) tiene muchos gallos también. Él juega conmigo en Seattle (con los Marineros) y siempre se pasa hablando conmigo de gallos”.

Aunque lo describe como una pasión, Díaz en cambio está consciente de que como todo juego de azar, hay que ser sabio al apostar.

“Uno tiene que saber jugar. Tampoco es que uno se va a envolver 100 por ciento. Nosotros lo usamos como hobby. Vamos a la gallera y jugamos un gallo por 200 dólares, y lo jugamos entre tres o cuatro personas. Como quien dice es casi ‘na’ lo que uno juega”, aclaró.